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El crimen y sus costos

Ser víctima de la delincuencia, en cualquiera de sus modalidades, implica un cambio drástico en la conducta y en la percepción de la inseguridad: asaltos a mano armada, robo de casa-habitación, de automóviles, violaciones, secuestros, extorsiones y asesinatos. Los costos psicológicos y materiales en las personas y los negocios son persistentes, pues afectan indeleblemente su conducta cotidiana y su confianza en las instituciones procuradoras de justicia.

Para dimensionar el problema de las consecuencias y los costos de las conductas delictivas en la sociedad y en la economía es necesario hacer un ejercicio de evaluación de este flagelo. Es una tarea ardua que ya varias instituciones se han abocado a ello.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recién publicó el libro El crimen y sus costos: nueva evidencia y hallazgos en América Latina y el Caribe, donde cuantifica los costos del crimen y los compara con 17 países de la región y también incluye seis países desarrollados. Las cifras son desalentadoras y alarmantes. Esta región contiene 9 por ciento de la población mundial, pero su actividad criminal representa 33 por ciento de la del mundo, para situarse en la región más violenta del planeta (sin considerar, claro, las zonas de guerra).

El BID calcula que el costo anual del crimen y la violencia (tanto público como privado) es de 261mil millones de dólares para la región, lo que representa 3.6 por ciento del producto interno bruto (PIB); en comparación con países desarrollados (Alemania, Canadá, Austria, Francia, Reino Unido y Estados Unidos) que tan sólo es de 1.94 por ciento. Esta cifra es similar a la de México, incluso menor: 1.92 por ciento; mientras que el mayor de la región es Honduras con 3.51 por ciento.

En términos de dólares, el costo del crimen en México es de tan sólo 344.95 por persona (uno de los más bajos de la región), mientras que en Trinidad y Tobago es de mil 189 dólares. Sin embargo, ya en términos nominales, México es segundo lugar con una cantidad mayor a los 40 mil millones de dólares.

A raíz de las recientes fugas de reos y de motines en cárceles mexicanas, la pregunta obligada es cuánto gasta el gobierno en este rubro en comparación con otros países de la región. De acuerdo con el estudio, en México el gasto público en la administración de las prisiones es de 0.12 por ciento del PIB, mientras que países como Barbados, Jamaica y Chile destinan 0.47, 0.34 y 0.33 por ciento, respectivamente.

¿Cómo calcula el BID los costos del crimen? Está integrado por tres partes: los costos sociales incluyen victimización letal y no letal, y los ingresos cesantes de la población carcelaria; los gastos del sector privado (hogares y negocios) en seguridad; y gastos fiscales, incluyendo las policías y las cárceles. Estos son considerados como costos directos del crimen; sin embargo, no se contemplan los llamados costos indirectos que se mencionaron al principio: esto es, cambios en la conducta de las personas propiciadas por el miedo a ser víctimas del crimen o de la violencia en su bienestar físico o psicológico. Esto es incalculable por ser, aunque sea real, una percepción subjetiva.

La inseguridad y la violencia también impactan en otros aspectos como la salud y el quebranto en el capital humano; en el gasto por parte de la ciudadanía en la implementación de dispositivos de seguridad doméstica o los negocios en la contratación de servicios seguridad privada para preservar sus bienes, lo que hace suponer que el gasto destinado a combatir el crimen sea mayor al considerado en este estudio.

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