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Encuentro Anagrama encanta a los tapatíos


Desde las tres de la tarde, a la altura del Parque Trasloma, el tráfico en la avenida López Mateos se hacía cada vez más lento y pesado. Los taxis, coches y camiones comenzaban a dejar a los que conformarían más tarde la multitud asistente al Anagrama Festival.

El Sol, en uno de los más duros de sus momentos, apuntaba a los primeros asistentes que se aglomeraban en la entrada para acceder a un circuito que rodea los escenarios.

En las primeras horas del Anagrama casi todo fueron actividades alternas: la comida traída por los mejores conceptos culinarios de la ciudad, cervezas y bebidas, incluso venta de ropa y accesorios. En los varios laberintos que iban y venían entre los escenarios, los asistentes se quedaban tirados en el pasto, coordinados con su grupo de amigos, descansando un poco del calor, amenizados por las primeras agrupaciones: Noia, Forecast in Rome y, un poco más tarde, Option4.

El jueves pasado, en la fase cuatro del festival, los boletos de preventa se agotaron. Para el final de la tarde esperaban haber vendido todos los boletos. Trasloma puede albergar a 25mil personas.

AJ Dávila fue el primero en imprimir al concierto de una energía diferente. A las cinco de la tarde en punto se respiraba que el festival había comenzado.

Arturo Tranquilino de Yokozuna subió al escenario Corona para acompañar al puertorriqueño AJ Dávila cuando el Sol por fin bajó. Ahí comenzó la fiesta con los sencillos de su más reciente producción Amor/Terror.

El vocalista envió un mensaje al público e invitó a la unión de los países latinoamericanos: “No vamos a dejar que ningún fucking gringo decida lo que pasa aquí".

Para entonces el escenario vecino ya albergaba a los fans del mexicano Little Jesus, la única banda nacional del festival, que tuvo la mayor asistencia hasta entonces de un público compuesto sobre todo por jóvenes: casi nadie parecía pasar de los 30 años; muchos de quienes asistieron tomaron sus lugares para esperar ahí, desde las seis, a través de Ra Ra Riot y Mac Miller, a Foster the People, la banda que encabezó el festival.

Crystal Castles encendió el lado psicodélico y electrónico del Anagrama. Para entonces había anochecido.

Del otro lado, en el escenario Levi’s, la fiesta nunca se detuvo. Debido a que la logística del escenario implicaba menos pruebas o movimientos, los músicos invitados, de los más diversos estilos de música electrónica, no pararon. Las personas bailando y retozando en el pasto tampoco se detuvieron. Ahí Pat Lok, Lione y Plástico Pilates, por mencionar sólo a algunos le dieron un tono distinto al festival. El Dubstep y el House fueron los reyes de este escenario

El Festival Anagrama, firme a su propuesta diversa, abrió las puertas también a ese público, menos joven que el de los otros dos escenarios, pero siempre en constante tránsito con las diversas activaciones.

Robert Delong cerró la noche, cuando ya sólo quedaban los noctámbulos. Ya pasadas las dos de la mañana, cuando la música paró, al final de concierto, los asistentes abandonaron el lugar con el cabello enterregado y los zapatos sucios.