INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Rini Templeton

El jueves de esta semana, en la Biblioteca Manuel Rodríguez Lapuente, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, realizamos un sencillo homenaje a Rini Templeton, artista de origen indígena norteamericana, pero que desde los inicios de los años 60 del siglo anterior decidió vivir en México, atraída por la tradición de la gráfica popular mexicana. De inmediato, su arte lo transformó en su forma de hacer política al lado de las luchas populares del país y de América Latina.

El homenaje se hizo con motivo de que este año se cumple el 36 aniversario de su fallecimiento en la Ciudad de México. No fue fortuito que en esta ciudad se realizara este homenaje que terminó siendo una especie de mini asamblea para recordar y platicar un poco sobre Rini y al final decidir seguir haciendo cosas para recuperar su extensísima obra, no para resguardarla en alguna parte sino, como era su convicción, continuar difundiéndola para que siga siendo parte de las luchas sociales que se extienden en el país. Ella estuvo en varias ocasiones en esta ciudad y de hecho había decidido venir a vivir aquí, pero, lamentablemente, la muerte la encontró en 1986.

Lo que se ha recuperado de su obra ha permitido calcular que podría alcanzar alrededor de 10 mil imágenes a través de las cuales Rini documentó las luchas sociales de las décadas de los sesenta y ochenta del siglo pasado. Sin embargo, sus imágenes son de tal actualidad que las seguimos viendo en múltiples publicaciones que hacen los movimientos actuales.

Buena parte de su obra se puede ver en las páginas de la revista Punto Crítico en la que ella participó hasta que esta revista dejó de publicarse en 1989. En el libro (agotado) Donde hay vida y lucha. El arte de Tini Templeton, prologado por John Nichols y publicado en México por el Centro de Documentación Gráfica Rini Templeton, se recoge quizá la mayor parte de su obra. En línea muchas de sus imágenes, de sus “monitos” como ella decía, se encuentran en el sitio catedraalonso-ciesas.udg.mx

Ella, como persona y como artista, era de una gran humildad y siempre se mantuvo alejada de cualquier pretensión y protagonismo que identifica a muchos artistas. Sus obras por lo general no las firmaba y antes que venderlas las entregaba a los colectivos y movimientos en los que se inspiraba. Y aquí una particularidad: fue en Guadalajara, en el Museo Regional, el único lugar donde, en 1985, aceptó exponer sus obras, que bajo su supervisión se imprimieron en gran formato en el taller de serigrafía del propio museo. Otra característica de su obra es que en ella no encontramos ningún personaje o “héroe nacional”. Lo que vemos en ellas son rostros de gente común, de la gente que lucha, que estudia, trabaja y se divierte como parte de su vida cotidiana tanto en el campo como en la ciudad. Cuando no era moda, reivindicó las imágenes de los indígenas en lucha y la de los pueblos afroamericanos.

Habiéndola conocido seguro estaría en desacuerdo con este homenaje que le hicimos algunos de sus amigos de Guadalajara y de la Ciudad de México. Por ello dije que seguramente nos estaría observando, medio escondida entre los paneles donde se montaron alguna de sus imágenes, con una taza de café con mucha azúcar en una mano y entre los dedos de la otra un cigarro Delicados, sin filtro, y moviendo su cabeza siempre adornada con alguna tela, haciendo un movimiento de desaprobación.

Sobre su obra, ella misma decía: “Algunos dicen que mi trabajo es arte popular, yo nomás digo: son mis monitos. Yo no soy teórica, soy artesana, yo hago imágenes. Arte popular, tal vez aspiro a eso, porque el arte popular sería el arte que surge del pueblo y que vuelve a él. Que se nutre de las tradiciones, la vida y las luchas del pueblo y vuelve a ser de ellos”.

 

[email protected]