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Velocidad y accidentes

Hace poco escuché una entrevista a Maricela Medina, coordinadora de la agrupación Víctimas de violencia vial, y lo primero que debo decir es que el grupo cuenta con todas mis simpatías. Sólo puedo imaginar el dolor de alguien que ha perdido a un ser querido a causa de un accidente vial que pudo haber sido prevenido si tan sólo quien estaba al volante hubiera sido más prudente o más hábil.

En dicha entrevista, hubo un dicho de la Sra. Medina que me llamó la atención: “La velocidad mata”. Me llamó la atención porque creo que es reducir un problema complejo a una sola causa de raíz: la velocidad. Sin embargo, este argumento no se sostiene por varias razones. La velocidad en sí no implica un peligro, si así lo fuera todas las vialidades tendrían que estar severamente restringidas, pero tenemos vialidades que van desde los 20 kilómetros por hora hasta los 80 en zonas urbanas, en función de las condiciones de dichas vialidades: número de carriles, cruces con otras calles, semáforos, etc. (en carretera los límites se incrementan aún más). Una persona conduciendo a 40 km en una zona de 20 es mucho más peligrosa que una conduciendo al doble en una zona de 80 kilómetros por hora. Incluso hay conductores que a veces son un peligro para otros por conducir demasiado lento en arterias rápidas.

Otro caso que muestra que la velocidad en sí misma no es la causante de los accidentes lo representan los vehículos de emergencia. Sería un contrasentido decir que debemos limitar la velocidad de las patrullas o de las ambulancias para evitar accidentes, ya que estaríamos arriesgando vidas.

Mi argumento es que no es la velocidad en sí misma, sino el exceso de la misma según las condiciones de la vialidad. Podrá parecer semántico el asunto, pero lo que en realidad es el problema es la imprudencia, y ésta es capaz de ocasionar accidentes prácticamente a cualquier velocidad. La imprudencia es también la causante de que tomemos malas decisiones: conducir cansados o bajo los efectos del alcohol, tratar de hacer rebases arriesgados, ir presionando a otros conductores porque creemos que nos estorban, ignorar los señalamientos viales y en general, manejar de manera agresiva; incluso la falta de mantenimiento del vehículo tiene que ver con la imprudencia.

La otra parte de la pinza en los accidentes viales tiene que ver con la impericia y está asociada con el tema de la imprudencia. Un conductor que carece de la habilidad necesaria para controlar un vehículo, a cualquier velocidad, es un peligro para él y para los demás. Los conductores de Fórmula 1 manejan a esas velocidades, en circuitos cerrados y aptos para carreras, porque además tienen una gran habilidad. Hay conductores que asumen que conducir en la ciudad es lo mismo que en carretera, o jóvenes que piensan que es igual de maniobrable un auto a 60 km que a 120.

En lo personal creo que la velocidad en la ciudad está muy mal programada. Hay vialidades que tienen exactamente las mismas características que otras, pero que tienen diferentes límites. ¿Cómo lo decide la Secretaría de Vialidad? Para mí es un secreto pese a que les he preguntado varias veces en sus cuentas oficiales en redes sociales. ¿La velocidad mata? Sí, cuando se le asocia con la impericia y la imprudencia. Y como todo en la vida, el exceso puede ser mortal.