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Academia y deporte: claroscuros

El deporte universitario debería de ser sin duda una parte esencial en la formación del estudiante en cualquiera de sus niveles escolares, pero algo sucede en las universidades mexicanas que este principio no se presenta. Es más, nos atrevemos a señalar que son incompatibles, algo así como el agua y el aceite.

Pero lo más triste de esto es que no sólo se da en las universidades públicas, sino que en el sector privado es más evidente este aspecto. Prueba de ello son los muy pocos estudiantes-deportistas que alcanzan los niveles máximos de rendimiento deportivo, o sea, representación nacional.

La dinámica institucional de las diversas universidades de cualquier sector no ayuda mucho al desarrollo del deporte de rendimiento máximo, salvo contadas situaciones. Entre las principales problemáticas tenemos que no existe una política específica que coadyuve al desarrollo global e integral de los deportistas, por lo consiguiente sus apoyos en becas son efímeros (ya sean académicas, económicas o simplemente alimenticias). Efecto en cascada se presenta en la inconstancia en sus entrenamientos y la asistencia a competencias, no hay tiempo, no entrenas, no hay dinero, no compites ni en México y mucho menos en el extranjero.

Y del aseguramiento científico-técnico de los deportistas universitarios ni que decir, que no se lesionen o entren a procesos de regeneración y recuperación, porque no hay quien los atienda.

Entonces en esta triada de entrenas-compites, estudias o trabajas (súmele a ello en algunas ocasiones la vida familiar rara que podría llevar cualquier joven mexicano) el simple hecho de practicar deporte en estas edades se hace cada vez más difícil y problemático.

Los presupuestos y apoyos por parte del Estado a las universidades públicas siempre es cuestionado, porque siempre quieren más por sus crecimientos de carácter lógico e histórico, pero específicamente en la práctica del deporte este apoyo no se ve reflejado; crece todo, menos el deporte. Y ante este vacío las que aprovechan de alguna forma son las universidades privadas, no totalmente, pero sí al menos para justificar su existencia en el ámbito deportivo.

La dualidad de funciones, la complacencia de entrenadores, la piratería según ellos y la politiquería, entre otros aspectos, son sólo algunos lunares de esta temática que da para más.

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JJR/I