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Los 100 días de Trump

Mañana sábado 29 de abril se cumplen los primeros 100 días de la administración Trump. Esta fecha se marca para que el electorado evalúe el desempeño del presidente que hace tres meses eligió para el cargo. La tradición de la cuenta de los 100 días (Cent-Jours) tiene su origen con Napoleón Bonaparte que van de marzo (cuando regresó a París después de escapar de Elba) a junio de 1815. Durante estos días Napoleón se dio a la tarea de enmendar la constitución imperial para congraciarse con sus enemigos, los liberales moderados, e instaurar un régimen más democrático; al no lograr su cometido, volvió a tomar las armas y fue derrotado el 18 de junio en la famosa batalla de Waterloo.

Más de un siglo después resurge la evaluación gubernamental de los 100 días en la figura del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt al llegar al cargo en 1933. En los primeros días promulgó 15 leyes que cambiaron la fisonomía del gobierno federal para fijar supervisiones más drásticas a los bancos e instaurar programas para apoyo de granjeros y para la creación de miles de empleos. Se dice que hizo mucho en esos 100 días, aunque ése no era el plan, en primera instancia.

En su momento, John F. Kennedy esquivó la evaluación de los 100 días al afirmar en su discurso inaugural que sus compromisos no los terminaría en 100 días… pero que tampoco lo haría “en los primero mil días, ni en la vida de esta administración… pero comencemos”, aseguró.

Sin embargo, no se puede evitar continuar con esta tradición evaluativa, y la administración de Trump no es la excepción. Si bien los 100 días apenas corresponden a 7 por ciento de la administración, se ha caracterizado por demostrar un completo desconocimiento del ejercicio de gobernar, donde lo mejor que ha hecho es levantarse temprano para tuitear algo que luego deberá dar marcha atrás, si bien le va.

Muchas son las dimensiones de su gobierno a evaluar, desde la política migratoria hasta las relaciones internacionales, pasando por la mujer y los grupos homosexuales. En contraste con los seis presidentes que le antecedieron, Trump es sin duda el peor evaluado (41 por ciento) en su desempeño gubernamental en este periodo, según una encuesta de la CBS. El mejor fue Obama, con 68; le siguen Reagan, 67; Carter, 64; Bush (padre), 61; Bush (hijo), 56, y Clinton, con 49.

Durante estos emblemáticos 100 días, la presidencia trumpiana se ha caracterizado por arrancar como un caballo pura sangre, aunque en cada recorrido su galope se transforma en un jadeo propio de un jumento: tropiezos legislativos, exabruptos tuiteros, reveses judiciales, filtración de información, nombramientos polémicos, deslices diplomáticos, entre otros.

Existe un documento, firmado por Trump como candidato, llamado Contrato con el elector americano (https://assets.donaldjtrump.com/_landings/contract/O-TRU-102316-Contractv02.pdf); es su plan de acción para los primeros 100 días, donde se enlistan 18 acciones: seis para combatir la corrupción, siete para proteger a los trabajadores y cinco para restaurar la seguridad y el estado de derecho.

Trump ha mantenido varias de sus promesas (asegurar la designación de Neil Gorsuch en la Corte Suprema; distanciarse del Acuerdo Transpacífico; por cada nueva regulación, eliminar dos; reanudar la construcción del gasoducto Keystone y expulsar miles de migrantes).

Sin embargo, la mayoría de ellas no ha sido conseguida: suspender la inmigración de países propensos al terrorismo, cancelar fondos federales para ciudades santuarios, prohibir por cinco años que los ex funcionarios de la Casa Blanca y del Congreso realicen labores de cabildeo, entre otros. En definitiva, al firmar el contrato, Trump se echó solito la soga al cuello. Evidentemente no cumplirá.

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JJR/I