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Preparen las palomitas

Si no fuera un asunto tan delicado, el pleito que traen entre corporaciones policiacas sería mucho más entretenido que varias series que están de moda. Tan sólo imagínese: 13 reasons why nos quedamos sin seguridad; o Chavita y Lalo: ingobernables. O ésta que es menos nueva, pero podría ser efectiva: How I Met Your Comisario. Pero el problema es que si ellos se pelean, ya nos jodimos todos (menos quienes delinquen, evidentemente). Y no hay vuelta atrás.

Seguramente usted ya sabe de lo que le hablo: Salvador Caro Cabrera, comisario de Guadalajara, y Eduardo Almaguer Ramírez, fiscal general del estado, protagonizaron una bronca en Oblatos a mediados de la Semana de Pascua. Sí, oooootro capítulo más de esa serie de tintes políticos.

Policías estatales querían detener a cuatro elementos tapatíos porque estaban vestidos de civil y portaban armas, además de que en principio se negaron a identificarse; a eso se le suma la versión de que estos elementos municipales golpearon a un joven que andaba en una motocicleta sin placas, aunque ellos aseguran que las heridas que tenía se las hizo al derrapar.

El caso es que hasta la zona llegaron los jefes de estas corporaciones y se pusieron a discutir entre ellos, mientras decenas de policías los rodeaban. Chulada de imagen: en cualquier otro punto de la ciudad el crimen pudo estar activo, pero los policías que todos financiamos nada más se les quedaban viendo a sus jefes. Chingón. Valen mil. Nunca cambien.

El argumento de Chava Caro fue que los policías que no portaban su uniforme son parte de una unidad de investigación, a lo que el fiscal contestó que para empezar eso es ilegal, pues es una actividad que no está entre sus atribuciones.

Vale la pena recapitular lo anterior porque no es un hecho aislado. Tanto Salvador Caro como Eduardo Almaguer son políticos y no se pueden separar de ese papel ni por un momento. Es el gen priísta que ambos tienen. Y para empezar ninguno de los dos debería estar al frente de una corporación de seguridad, menos si una es la estatal y la otra de una de las ciudades más importantes del país. Eso hay que agradecérselo a esos grandes ideólogos llamados Aristóteles Sandoval Díaz y Enrique Alfaro Ramírez.

Tanto Chava como Lalo tienen su derecho a tener aspiraciones políticas, sin duda. La bronca es cuando nos llevan a todos entre las patas. ¿O nos van a decir que ninguno de los dos quiere otro hueso en 2018? Que lo busquen y que les cueste, pero sin pegarnos en un tema tan sensible como el de la inseguridad.

O a lo mejor sería bueno hacerles una intervención de una vez para que queden convencidos de que realmente a nadie le interesa votar por ellos para ningún puesto; que como políticos son irrelevantes y totalmente prescindibles. Que se olviden de esa motivación política y mejor se pongan a trabajar (y de preferencia desde otro puesto en el que no hagan tanto daño; y si es uno que no financiemos nosotros, mejor).

En fin. Toda esta semana tuvimos que chutarnos llamados a que los dos renuncien. Ésos que tanto priístas como emecistas llevan meses haciendo. Y que entre más se acerquen las campañas electorales –las oficiales, porque las otras empezaron hace como cuatro años– van a crecer más y más hasta el hartazgo.

Le digo que esto podría ser muy entretenido. No se puede negar que los dos, sobre todo Caro, tienen ciertos dotes histriónicos. Es una competencia para ver quien finge mejor su preocupación por los ciudadanos. Háblenle a Netflix: en una de ésas les consigue un buen papel y ahora sí podremos verlos mientras comemos palomitas sin ninguna preocupación.

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*Editor de ZMG en El Diario NTR Guadalajara

 

JJ/I