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Juan Castañeda Jiménez, un maestro para sordos

Juan Castañeda Jiménez, un maestro para sordos

El maestro Juan Castañeda Jiménez es profesor de un grupo de chicos sordos en la Preparatoria 7 de la Universidad de Guadalajara y desde hace 32 años es docente.

Es un maestro que disfruta de la docencia y ha aprendido de los jóvenes que no escuchan que hay muchas razones para enseñar en un aula.

Su trayectoria inició con niños de la calle y posteriormente entró a la Prepa 7 donde existe la educación incluyente y es modelo nacional.

Aunque no sabe la lengua de señas imparte clases y asegura que es de su agrado “porque me gusta saber cómo es la gente e incursionar en el mundo de los sordos es incursionar en uno distinto. Doy autoconocimiento y personalidad, diseño su plan de vida”.

¿Cómo es trabajar con alumnos sordos? Aunque usa intérprete, dice que siempre trata de ser directo con ellos pues él es el maestro y “me interesa interpelarlos simbólicamente”.

“Hay mucha diferencia el trabajar con sordos, veo un desarrollo más fuerte y sólido en el área emocional pero en el intelectual los veo muy en pañales, mucho más limitada que los oyentes y se debe a que ellos nunca han hablado un lenguaje articulado, ellos lo han traducido a un lenguaje de señas que está muy limitado. Introducirse a su mundo es encontrar una cosmovisión diferente y es también desgarrador, a veces ellos son una especie de fantasmas mientras no tengan una segunda lengua”.

El maestro Juan es armonioso cuando contesta y demuestra su amplio conocimiento sobre la psicología.

Al recibir la pregunta respecto a las lecciones y retos que le ha dejado la docencia responde que a través de esta se ha conocido más, siente plenitud en su trabajo y tiene la oportunidad de consolidarse y encontrar su elemento pues “lo que yo hago es definitorio. Los retos, ser cada vez más íntegro, genuino, un ser humano más sano, que busca el bienestar, ser abierto y no autoritario, un maestro de confianza”.

“Un buen maestro es aquel que se está trabajando así mismo toda su vida, es un modelo alternativo para ellos, porque somos un modelo para bien o mal. Al dar clase siento mucha alegría porque su inocencia intelectual los hace ser íntegros en su manera de opinar y eso es muy lindo porque enriquece”.

 

 

 

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