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Chivas, de vuelta a la batalla final, más de 10 años después

(Foto: Imago7)

Chivas pisó su cancha con el conocimiento de que estaba a 90 minutos de avanzar a la gran Final. Una hora y media para saber que tenía tal posibilidad casi 11 años después de aquella conquista en el Apertura 2006.

Y lo consiguió ante miles de aficionados que clamaban el retorno del Rebaño a una batalla que parecía haber olvidado en sus luchas por no descender.

Mientras, Matías Almeyda, quien fue presentado en ese mismo escenario y en el que prometió “despertar al gigante”, cumple el objetivo de poner a Chivas a un paso de ese campeonato prometido por otros y que no llega desde hace casi 11 años.

Tenía dos caminos para lograrlo. El primero, y el más práctico, era el mantener el empate en cero provocando el desgaste de un rival obligado a anotar un gol. El segundo, el más seguro para no arriesgarse a una sorpresa desagradable, hacer un gol más para generarle más presión al Toluca y así manejar las emociones de su rival.

Uno de los estados emocionales que había que desestabilizar, al menos de parte de la tribuna en su mayoría rojiblanca, era la de Rubens Sambueza, a quien la afición no le perdona la doble fractura a Isaac Brizuela en la zona del tobillo izquierdo, y que hasta la fecha lo tiene inactivo.

Y el técnico de los Diablos Rojos, Hernán Cristante, había advertido un día antes que él no estaría tan confiado de la ventaja rojiblanca por su mejor posición en la tabla.

Pero si bien Chivas inició nervioso en los primeros minutos, e inclusive algunos de sus jugadores clave a la ofensiva como Carlos Fierro y Alan Pulido se equivocaban en sus pases como si jugaran a ciegas; paulatinamente compusieron y en gran parte por la movilidad de Rodolfo Pizarro, quien fue el factor desequilibrante.

El ex Pachuca enviaba servicios al área, pero Pulido no alcanzaba a impactar un balón que inquietara a Talavera.

Chivas dominaba y tocaba mejor al frente, y en una de esas jugadas, Orbelín Pineda encontró un espacio fuera del área para estrellar un tiro en el travesaño.

Así, al 29´, Néstor Calderón cobró un tiro libre en el que detectó a la perfección el hueco que le dejó la defensa y el portero Talavera para ni siquiera intentar el centro, sino el disparo directo a las redes. De tal forma, el Rebaño se puso adelante para tener el escenario perfecto en el resto del partido.

Pero Toluca que en la primera parte había carecido de argumentos sólidos para pensar en una insurrección.

La segunda parte le alteraría a Matías Almeyda todos los planes que tenía con sus ajustes que debió hacerlos más por obligación debido a lesiones, y no por convicción.

En esa confusión Toluca puso a temblar al Rebaño con el gol de Uribe en un error de recepción de El Gallo Vázquez al 48’. Solo quedaba uno más por hacer, y Chivas entró en descontrol.

Fierro debió abandonar y ello motivó al técnico a mandar a Zaldívar a la cancha, quien solo aguantó 16 minutos en la cancha al resentirse del esguince en el tobillo.

Después, Carlos Salcido bajó la intensidad por un golpe en la cadera, y el Rebaño debió aguantar los embates de un Toluca con pundonor, pero sin un orden que ni siquiera le pudo dar el talentoso veterano Sinha.

Chivas sufrió en la agonía del juego, pero por lo pronto su afición festeja en el delirio, tal como lo hizo al escuchar el silbatazo de Luis Enrique Santander al decretar la conclusión de la serie Semifinal.

Sí, Chivas de nuevo está en una instancia Final en su misión de conseguir la estrella número 12, la que le dé la posibilidad de igualar al América.

 

GE