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VIDEO: Hallan en La Minerva grietas y hasta nidos

Tarea. Karla Jáuregui asegura que dejarán un manual para que se le dé el correcto mantenimiento. (Foto: Archivo)

La rehabilitación de La Minerva resultó con cambios perceptibles a simple vista, como la reconstrucción del pezón en forma de serpiente, del lado izquierdo; así como el color más brillante del monumento, el cual podría irse atenuando con el tiempo por la exposición al Sol y factores ambientales, indicó la restauradora Karla Jáuregui, coordinadora de los trabajos.

El balazo que se encontró en el escudo de la guardiana de la ciudad se dejó para preservar la historia por la que ha pasado el monumento, pero “tuvo una ligera intervención para evitar filtraciones”, comentó el jefe de Proyectos del Espacio Público del ayuntamiento tapatío, Adrián Guerrero.

También se conservaron las mismas letras, sin cambios adicionales a su limpieza y pulido. “Nos preguntaban por qué no pusimos las tildes. En nuestro tiempo tenemos una forma de escribir, pero La Minerva se hizo en otro tiempo y en ese entonces tenían unas reglas distintas gramaticales. Si tú intervienes algo que es histórico, no puedes corregir el proyecto de un autor. Entonces, es como si se restaurara un manuscrito del siglo 18, no se tiene por qué corregir el español de ese siglo, que es muy distinto al del siglo 21. Son cosas que hay que respetar porque son parte de la historia”, explicó la restauradora.

Respecto a la postergación en los tiempos de entrega, detalló que no fueron los cambios más visibles, sino los estructurales los que demoraron las tareas de restauración.

Se hallaron alrededor de 30 perforaciones y grietas en diversas partes de la figura, que aunque no todas eran perceptibles a distancia media, durante años implicaron filtraciones de agua; a raíz de los materiales contaminantes que se colaban, se produjo flora y fauna al interior.

Un agujero en la lanza que sostiene la Minerva sirvió para que los pájaros usaran como refugio uno de los brazos de la figura. “Eran costales los que sacamos de nidos y de plantas”. También se desarrollaron líquenes, microorganismos que se alimentaban del impermeabilizante para azoteas colocado años atrás para proteger la escultura emblemática de la ciudad; mientras que en la parte inferior de la figura encontraron su hogar arañas, insectos y plantas.

Después de la limpieza se resoldaron algunas de las 230 uniones, no todas por cuestiones de fragilidad y porosidad, indicó la encargada de los trabajos; también se colocaron como especie de grapas unas placas de bronce en diversas partes internas, como brazo, cabeza, cadera y parte baja, donde había grietas y perforaciones.

Otra de las complicaciones fue el proceso de reforzamiento, pues originalmente al interior había barras de fierro que formaban tres crucetas “que más que como soporte permanente se pusieron para facilitar la colocación de las tres piezas más grandes durante la instalación de ese entonces”. Éstas fueron cambiadas por placas de bronce a especie de apuntalamiento para evitar que las vibraciones en la zona impacten la escultura, pues al inicio se detectó una inclinación del lado norte que quedó ya corregida.

También se demolió el concreto con el que originalmente se había rellenado la base de la figura. En su lugar se instaló una estructura conformada de bronce y acero inoxidable, considerados materiales más acordes para amortiguar las vibraciones producidas por el túnel vehicular inmediato a la glorieta, el paso de los coches en la superficie y los vientos que caracterizan la zona.

Por tratarse de un vaciado el cuerpo de la escultura, “también se hizo una nueva estructura que consistió en elementos tanto horizontales como verticales” para darle resistencia y que pueda sortear fenómenos naturales como sismos.

Para evitar los deterioros que costaron alrededor de 8 millones de pesos, se dejará un manual al gobierno municipal para que en el futuro no se repitan procesos erróneos de mantenimiento.

En los 11 meses que duró el proceso de restauración de La Minerva participaron alrededor de 230 personas entre restauradores, ingenieros, químicos, técnicos, arquitectos, artistas plásticos, historiadores, diseñadores y electricistas, entre otros, indicó Karla Jáuregui.

“La rehabilitación fue estructural. Por fuera, La Minerva es idéntica a la que se estrenó en 1957, con un brillo adicional. Por dentro quedó como la guerrera que es, con resistencia para rato”, aseguró Adrián Guerrero.

“Nos preguntaban por qué no pusimos las tildes. En nuestro tiempo tenemos una forma de escribir, pero La Minerva se hizo en otro tiempo y en ese entonces tenían unas reglas distintas gramaticales”
Karla Jáuregui, restauradora

Restauración

JJ/I