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Para la educación no hay edad

(Foto: Jorge Alberto Mendoza)

“Creo que Dios nos mandó a este mundo para aprender y enseñar”.

Salvador Torres Pérez, de 76 años, llegó a Guadalajara cuando tenía 21 y sin primaria, “sin haber aprendido una letra”, pero con ganas de superarse, tantas que obtuvo un 100 como promedio en la Preparatoria Regional de Ahualulco de Mercado en la modalidad de Bachillerato General por Áreas Interdisciplinarias (BGAI) y es de los mejores de la Universidad de Guadalajara.

Después de 60 años decidió estudiar el nivel medio superior en modalidad abierta durante dos años y aunque ya muestra canas en su cabeza, no deja de aprender y su gusto por los libros se nota en cada frase que dice.

“No conocía una letra, porque yo me críe en un ranchito de Ahualulco en la Parota de la Virgen, por allá y en Guadalajara inicié cargando en una troca y dije que tenía que prepararme y progresar”, explica orgulloso.

A los 27 años se fue a trabajar al Hospital Civil de Guadalajara cuando apenas estudiaba segundo de primaria.

“La terminé, la secundaria me sirvió de trampolín para irme a rayos equis y dije: ‘tengo que estudiar’ y quería escalar y necesitaba el papel. En la prepa estudiaba hasta las tres de la mañana en mi casa y alguien me ayudaba a subir las tareas y no pensé que saldría premiado y salí”, ríe Torres.

Chava cuenta que sus compañeros lo aprecian mucho y que quiere estudiar la licenciatura en Psicología porque le gusta mucho. Además, él es homeópata, estudió acupuntura china con el doctor Rodolfo Cisneros, dijo que actualmente estudia homeopatía científica.

“Para mi toda la prepa fue difícil, pero en esta vida nada es difícil cuando le gusta algo. A nosotros la vida no nos pone barreras, nos la ponemos nosotros y tenemos que luchar”:

Aseguró que sus dos hermanos están contentos por él y ya lo felicitaron. Y comentó que en radiología, en el nosocomio en el que trabaja ya se jubilará con 50 años de trabajo.

“Lo que yo hago lo hago con gusto y no hay más que seguir luchando porque eso es la vida, lucha solo se necesita salud”.

Carlos, el matemático

Para Carlos Javier Espinosa Valdez, egresado de la Licenciatura en Matemáticas del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI), ser reconocidos por la UdeG como uno de los mejores promedios no fue lo esencial, sino conocer números y ecuaciones; y a pesar de obtener 95 de promedio valora más la experiencia y enseñanza que le dieron sus maestros en los cuatro años y medio.

Dijo que la parte más difícil fue escoger al maestro adecuado, además de levantarse temprano y saber que el profesor no iba a ir.

Relató, previo a recibir su reconocimiento, que la mayor satisfacción fue para su familia que lo ayudó, “mis papás están orgullosos y felices”. Para él título es una herramienta que necesitaba para hacer una maestría.

“Yo vivo en Tlajomulco, yo iba y venía. Hacia un trayecto de entre una hora, hora y media, dos horas. En los primeros semestres me venía en la madrugada y los penúltimos en la tarde noche. Usaba el transporte público, a veces me ayudaban mis papás, pero cuando se podía”.

“¿Y lo que más me gustó de la carrera? Fue conocer a ciertos profesores porque me motivaron. De 20 ó 30 que tuve los que me motivaron fueron Emilia Fregoso, Reyes Ortega, Osvaldo Mata”.

El joven que va por una maestría en la Universidad de Guanajuato (UG) aseguró que su gusto por las matemáticas nació en la prepa, ”tuve dos matemáticos y me pidieron investigar cosas de matemáticas y me di cuenta que no sabía nada y esa fue mi motivación, que es lo que no sé. Yo quería conocerlas y saberlas”.

JJ/I