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Dos años sin 3 mil 626 árboles

Quizá muchos ya lo olvidaron por completo, pero hubo un día en esta ciudad de Guadalajara en que el gobierno del estado, en voz de la secretaria de Medio Ambiente, María Magdalena Ruiz Mejía, calificó a la Línea 3 como una obra sin precedentes en manejo de criterios ambientales, que sería la primera bajo estrictos controles y se convertiría en un ejemplo para el futuro. Ese día fue el 29 de septiembre de 2015.

Los primeros en olvidarlo o en ignorarlo fueron los funcionarios de esa dependencia estatal, la Semadet, de la que también se desprende la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (Proepa). Aunque lo más probable es que los técnicos tengan muy a la mano la manifestación de impacto ambiental y las 43 condicionantes que impusieron a las constructoras de la Línea 3 del Tren Ligero, se han esforzado en ser laxos y en darles una oportunidad y otra de que corrijan sus deplorables prácticas.

Para no dejarlo al aire, vamos haciendo un breve recuento de sus incumplimientos: nulo cuidado en el manejo de lodo y tierra extraída de la tuneladora, que ha generado una propagación impresionante de material particulado en avenidas principales; inexistente cobertura de materiales geológicos usados en la obra; impacto a mantos freáticos en Guadalajara y Zapopan; descargas de concreto en calles, etcétera.

Después de meses en que todas estas malas prácticas han aportado contaminación atmosférica y trastocado los flujos subterráneos de agua, las autoridades estatales las han dejado pasar sin ninguna consecuencia a pesar de su reincidencia.

Otro eje que muchos han olvidado y padecemos todos es el arbolado que se retiró del trazo completo para instalar los pilares y lozas de concreto. Según el dictamen del famoso plan de manejo de arbolado de la Semadet, fueron 3 mil 626 ejemplares los que se talaron y trasplantaron de los camellones para empezar la obra.

A cambio de avenidas con imponentes árboles en sus camellones, hoy tenemos corredores de calor, y la estrategia de reposición terminó siendo una cláusula de letras chiquitas que, a la fecha, no ha compensado la biomasa perdida.

La simulación con la restitución de arbolado radicó en dos aspectos. El primero fue que las empresas contratistas entregaron a Zapopan, Guadalajara y Tlaquepaque 49 mil árboles pequeños a cambio de los individuos adultos que quitaron, casi al mismo tiempo que empezaron a talarlos. No hubo ningún criterio técnico en esa entrega, sólo se trató de una transacción para aminorar las críticas.

Pues bien, de esos arbolitos sólo pocos fueron plantados y, si pueden revisar, vean cuántos viven: algunos están en el parque hundido de Enrique Díaz de León y Circunvalación, otros en Mercedes Celis y Río Nilo. De la mayoría sólo queda el tallo.

Después viene, ahora sí, el plan de manejo de arbolado que pide plantar 11 mil árboles en el tramo en que se retiraron y con un seguimiento de dos años para que se garantice su supervivencia, pero con el detalle de que esos llegarán hasta que se termine la obra en 2018.

Para entonces, habremos pasado tres años sin los servicios ambientales de casi 4 mil árboles, esperando 11 mil pequeños que tardarán años en sustituir la biomasa perdida desde 2015.

Después de estos casi dos años de obras, ¿podemos seguir creyendo que la Línea 3 del Tren Ligero es una obra ejemplar en manejo ambiental? Haciendo cuentas, nos salen debiendo.

JJ/I