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Totti y la resistencia al adiós

El pasado 28 de mayo, Francesco Totti tuvo una emotiva despedida en el club de toda su vida: la Roma de Italia. No fue un adiós voluntario, sino que simplemente entendió el mensaje cuando el técnico ya no lo tomaba en cuenta y se quedaba en la banca a esperar su turno.

El Capitano, de 40 años de edad y por cumplir 41 en septiembre, comprendió que un tipo exitoso no podía tener un final indigno, y días antes anunció que jugaría su último partido.

Todo mundo daba por un hecho que Totti cerraba 25 años de carrera, y que su trayectoria quedaba como el último futbolista romántico que decidió jugar para un solo club pese las seductoras ofertas que tuvo del Real Madrid y Milán en su mejor momento como atleta de alto rendimiento.

Sin embargo, hace unos días sorprendió al aclarar que su retiro no es definitivo: “De momento disfruto de un poco de relax con Ilary (Blasi, su esposa), luego veremos. No se da por supuesto que haya terminado de jugar definitivamente”, dijo en declaraciones al semanario italiano Chi.

¿Qué razones pueden mantener en activo a un deportista al que el tiempo ya lo ha vencido?

Y aquí no nos referimos únicamente a Totti, quien sin duda ha marcado una época inolvidable en su club. Como el jugador italiano, hay infinidad de futbolistas que se resisten a dejar la cancha pese a que el futbol ya los dejó.

Debe ser complicado decir adiós a los reflectores, al aplauso, al reconocimiento del público, a la rutina diaria del entrenamiento, a la adrenalina que fluye producto de la competencia.

De alguna manera, Sylvester Stallone, en su famoso personaje del boxeador Rocky Balboa lo explica en la sexta parte de saga, cuando dialoga con su viejo amigo Paulie: “Tengo cosas en el sótano, en el estómago, hay una bestia que habita dentro de mí. Nunca pensé que sería tan difícil (aceptar el retiro)”.

También aquí es donde se entiende el éxito que recientemente han tenido en México los partidos entre jugadores veteranos de la década de los 90. Pese a los años transcurridos, la afición no olvida, y ellos, algunos con kilos de más, vuelven a saltar a la cancha y a alimentarse con el rugido de sus seguidores que los mantienen vivos en la memoria.

Sin duda, enfrentar el olvido y la rutina de ser un hombre normal no debe ser fácil, mucho menos para controlar al gladiador que habita un cuerpo en declive.

@ofares72

JJ/I