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Obras contra inundaciones, a prueba

No hay proyectos universales contra las inundaciones en las ciudades ni tampoco modelos infalibles, partiendo de esto, podemos coincidir en que es urgente emprender uno de largo aliento para comenzar a adaptarnos porque, está comprobado que en adelante, los fenómenos hidrometeorológicos serán más agresivos y devastadores como consecuencia del calentamiento sistemático de la atmósfera.

Pero la urgencia de actuar no debe estar por encima una serie de componentes que obligadamente deben incluirse en este tipo de proyectos, que a nivel internacional están perfectamente delineados y se han implementado con éxito en gran cantidad de ciudades en el mundo.

El Banco Mundial, en su guía para la gestión de riesgo de inundaciones en ciudades, desgrana el problema desde el ámbito social, ambiental y económico para sopesarlo y de ahí partir. Acorde al documento, todo plan metropolitano para combatir este problema debe contar con cinco pasos obligados, que cada gobierno podrá adecuar a su entorno pero que cabe mencionar, los que maneja son universales.

El primero es sencillo, que los involucrados tengan perfectamente entendida la amenaza que significan las anegaciones para la metrópoli y que se necesita actuar. El segundo paso es identificar cuales de todas las medidas existentes y aplicables en el mundo son las más adecuadas para el tipo de problema local. El tercero es planificar estas acciones para que sean también un agente de mejoría social y ambiental para la zona a intervenir, no que sean obras aisladas sin visión integral.

Ya en la cuarta y quinta etapa entra el plan de financiamiento y la evaluación posterior de las medidas a implementarse, esta última me parece de las más importantes porque aquí se concibe que las obras y estrategias tendrán que ajustarse, es decir, dentro del proyecto se debe estar abierto a cambiar algunos aspectos a futuro, no venderle a la gente que es el hilo negro y que no hay de otra.

Además, a lo largo de todas las etapas hay un factor clave: consultar el tema con los involucrados, llámense vecinos, académicos, funcionarios de diversas instituciones, asociaciones civiles y quienes se vean afectados por la problemática no solamente para considerar sus posturas en el diseño del plan contra las inundaciones, sino para legitimarlo y poder hablar de un proyecto que se hizo con los ciudadanos y para ellos.

Pero, ¿qué es lo que vemos en la Zona Metropolitana de Guadalajara? La judicialización nunca antes vista de proyectos urbanos cuyo fin es reducir las anegaciones es una clara y gravísima señal de que algo de fondo falló en el proceso.

¿Cuáles pudieron ser los factores que fracasaron o que simplemente no se tomaron en cuenta? Al hablar del Plan Integral para el Manejo de Inundaciones, jamás hubo apertura para que la sociedad civil aportara a priori; la estrategia consistió en un viejo documento con un nombre nuevo y algunas obras adicionales, con tal de ser presentado y ejecutado a la brevedad por el Siapa y los ayuntamientos. Y para amarrar, anunciaron también que tendría una inversión histórica de 800 millones de pesos, pero de deuda, no se nos olvide.

Las consecuencias de esos planes procreados en oficinas técnicas e incluso políticas son que ahora la gente los rechaza, porque jamás se le escuchó ni permitieron que sus quejas posteriores generan un mínimo cambio a los proyectos, que a decir del alcalde Enrique Alfaro, son los que necesita la ciudad.

Independientemente de la corta y pobre visión en materia de sustentabilidad y resiliencia ante el cambio climático que es este programa para las inundaciones, la forma en que se ha echado a andar es equivocada, con la policía y tolete por delante, dañando y desgastando a la gente que se supone beneficiarán las obras.

Pero no nos olvidemos, ese plan está a prueba.

FV/I