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La maestra de 44 generaciones

Isabel Arellano. Trabajó en dos escuelas públicas y tres colegios. (Foto: Archivo)

Son 44 años los que dedicó para dar clases. Son 44 generaciones a las que la maestra Isabel Arellano Aruizo, mejor conocida como Chavelita, preparó y atesoró en su memoria y corazón.

Hace dos años se jubiló y dice extrañar hasta los gritos de cientos de niños de primaria que tuvo por años en las aulas de dos escuelas públicas y tres colegios.

“Ya estoy jubilada y todavía me siento enamorada porque de vez en cuando voy a cubrir porque me hace falta estar con los niños. Extraño sus gritos, escuchar sus travesuras, regañarlos, porque soy muy estricta y me hace falta el contacto porque lo disfruto. Me tuve que jubilar porque ya era tiempo pero no porque yo quisiera, 44 años no son fácil de dejar”, afirmó la maestra de 65 años de edad.

Su camino por la docencia fue en dos escuelas públicas, la Francisco I. Madero en la comunidad Lagunitas de Tepatitlán de Morelos, donde permaneció durante 27 años y en la escuela Conchita Becerra de Celis de Zapopan, donde estuvo 20 años.

“También estuve trabajando en colegio particular, en tres colegios. Uno fue el 12 de octubre, otro, el Vasco de Quiroga y otro más. Soy de Guadalajara y trabajé en un colegio de la zona metropolitana pero me tuve que ir a Tepatitlán de Morelos, a la localidad de Lagunitas y en Mazatitlán”.

Chavelita recibió un reconocimiento a su trayectoria con la medalla Maestro Ignacio Manuel Altamirano por parte de la Secretaría de Educación a nivel federal.

Ella asegura que la clave para dar clases está en el balance de “ser la maestra exigente y la que todos quieren tener como amiga”, y que para ella, siempre será un honor ser la profesora de Lagunitas.

NTR. ¿De dónde nació su vocación?

Isabel Arellano Aruizo (IAA). Cuando estaba en la primaria tuve una maestra que me agradó como era, su carácter, su forma de ser, su forma de enseñarnos y eso me llamó la atención, por eso decidí ser maestra. Con muchos trabajos mi mamá me ayudó (relata entre lágrimas). Nosotros éramos muy pobres y mi mamá lavaba ajeno y planchaba para poderme dar para mis estudios y así fue como inicié estudiando. Estudié en el Instituto América a mucho orgullo. Trabajé en una comunidad muy pobre en donde los niños no tenían ni lápiz ni cuaderno, había que ayudarlos, darles un taquito para que comieran porque iban sin comer.

NTR. ¿Qué grado escolar fue el mejor para usted cuando impartió clases?

IAA. Estuve en todos los grados pero el que más me gustó fue el de primer año, porque son niños más tiernos, más dulces, cariñosos, obedientes y una satisfacción muy grande es poderlos enseñarlos a leer.

NTR. ¿Por qué es satisfactorio ver que el alumno empieza a leer?

IAA. Porque sabes que tu esfuerzo rindió frutos. Cuando el niño empieza a dar sus primeras palabras es una satisfacción que te llena de emoción. Eso de ver al niño que ya te empieza a mandar sus cartitas de te quiero maestra, ‘te ciero (sic), maestra’ con ce de casa, todavía.

NTR. ¿Cuáles fueron los retos?

IAA. Ir contra la corriente con los padres de familia porque en realidad con los niños no batallamos. Lo hacemos con los papás porque ellos no quieren ayudarnos ni apoyar. Ellos nos los entregan para que nosotros los eduquemos de todo a todo. Que les demos valores y todo nos lo dejan a nosotros y uno como maestro tiene que esforzarlos más.

En la comunidad que estuve yo era la intendente, doctora, era el ingeniero, arquitecto, policía, todo. A veces, defendía a los niños de los papás porque nos los llegaron a mandar golpeados. Era echárnoslos encima por apoyar a sus hijos.

NTR. ¿Y la satisfacción además de ver como aprenden a leer?

IAA. Todo es una enseñanza muy bonita. Es ver a mis alumnos convertidos en buenos padres de familia, en profesionistas. Ver que están grandes y todavía así me ven en la calle y me saludan.

A detalle

44 años de dar clases

Egresada como licenciada en Educación Primaria del Instituto América, AC

Reconocida por la Secretaría de Educación con la medalla Maestro Ignacio Manuel Altamirano

JJ/I