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México, el megadiverso en apuros

Vivimos en un país megadiverso, esto significa que forma parte de un selecto grupo no superior a 12 naciones que albergan 70 por ciento de la diversidad biológica mundial, refiriéndonos a plantas y animales, según la Conabio. Tan sólo México acapara 12 por ciento de la biodiversidad que mora en el planeta Tierra, y Jalisco no es la excepción.

Su ubicación geográfica en el occidente del país, en donde confluyen la Faja Volcánica Transmexicana, la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre del Sur fueron suficientes para detonar una extensa diversidad de relieves y condiciones que se tradujeron en la barranca del río Santiago, bosque La Primavera, cuenca del río Verde e infinidad más. Ecosistemas que tienen sus propias expresiones de vida y que guardan relación entre sí.

Por décadas y hasta nuestros días el desarrollo económico, urbano y carretero que atravesó el país fue a costa de su biodiversidad, no importó despojar ríos de su cauce, arrasar con bosques o hasta incomunicar ecosistemas desmantelando sus corredores biológicos con tal de gritarle al mundo que el país está avanzando, progresando.

Hoy en la Zona Metropolitana de Guadalajara vivimos las consecuencias de ese crecimiento voraz, indiferente de otras formas de vida y su función a nivel de sistema.

Esta semana publicamos en estas páginas que después de tres años de no saber de comunidades de puma en La Primavera, este año hubo noticias agridulces por el registro de tres. Agridulces porque dos fueron captados en julio por cámaras trampa del ITESO, caminando en el bosque, pero el otro fue encontrado muerto al ras de la carretera libre a Ciudad Guzmán, lo atropellaron cuando intentó salir de La Primavera hacia el sur.

¿Cuál es el impacto de estos hallazgos y por qué merecen cobertura mediática? Es importante que el puma exista en el bosque y no muera atropellado porque es el principal depredador de ese ecosistema, eso significa que está a la cabeza de la cadena alimenticia y debe haber una cantidad proporcional respecto a las presas para que el bosque esté equilibrado.

Me explico. Si no existiera el puma en el bosque, al igual que un tiburón blanco en el océano, entonces habría un incremento en las poblaciones de la amplia gama de herbívoros que consume, que va desde venados hasta roedores. Un crecimiento descontrolado de estos animales sin un carnívoro que modere su distribución ya implica un desequilibrio ecológico por sí mismo, es decir, impacta en la relación que tienen los seres vivos en un medio.

La consecuencia es que estas poblaciones sin un depredador que las regule podrían poner en grave riesgo la continuidad de algunas especies de vegetación, podría arrasar zonas completas del bosque y esto generaría un efecto en cadena hacia los demás organismos, que podría derivar en erosión, pérdida de biomasa, reducción de infiltración de agua, e impactar a quienes dependen de ella, como algunos de nosotros en la ciudad.

Afortunadamente hay algunos pumas vivos en La Primavera para evitar este tipo de escenarios, pero corren grave riesgo porque el desarrollo carretero del que les hablaba al principio y que jamás pensó en la diversidad de fauna que necesita los ecosistemas conectados ha complicado la movilidad de esta especie que demanda espacios de 60 mil hectáreas; el bosque sólo tiene 30 mil 500. Evidentemente necesita moverse hacia otras sierras y eso ya le ha costado la vida a otros ejemplares, como el que murió arrollado en mayo.

Urge ser conscientes de que las carreteras son invasiones a los ecosistemas, que no son amigables con la fauna y que ésta, aun así, las va a cruzar. Venados, tortugas, tlacuaches, pumas, serpientes mueren por cientos todos los años en las carreteras y, además de cuidado y condescendencia por parte de los conductores al atravesarlas, urge presionar a la SCT para que instale pasos de fauna en zonas de alta diversidad para reducir el riesgo de atropellamientos. La indiferencia al respecto es la peor decisión.

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FV/I