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Los domésticos no tienen ego

Gregario, doméstico, casero y chapulín son algunos de los términos con los que se conoce en el ciclismo a los encargados de estar al servicio del líder del equipo. Deben tener piernas para subir, potencia para sprintear, pulmones para soportar el viento de frente mientras cubren a sus líderes y un ego flexible que les permita soportar que nadie, incluso ese nadie que va al interior de su equipo, le reconozca su labor.

Miguel Arroyo, uno de los pocos mexicanos que ha estado en las grandes ligas del ciclismo europeo compitiendo en Tour de Francia y Giro de Italia, fue uno de ellos. El recuerdo viene justo cuando una de las grandes estrellas del pedalismo actual, el ciclista británico Chris Froome, fue ayudado por sus domésticos para mantenerse entre los líderes del tour.

El ciclista tlaxcalteca, quien tomó el mote de El Halcón de Huamantla, era un pedalista muy completo al que México le quedó pequeño cuando ganó todas sus mejores carreras. Su debut en el plano internacional fue con el equipo ADR de Bélgica, gracias al apoyo de Otto Jácome y Greg Lemond, con quien aprendió su primera lección de ego.

En una competencia en Italia, escapaban en la etapa en la montaña, se sintió fuerte y decidió meterse a rueda de los punteros para cerrar y alcanzar su primer y único podio en Europa en ese primer año. Al terminar, la leyenda Lemond se le acercó, y lo que el mexicano pensó sería una felicitación se convirtió en un gran regaño: “Me dijo principalmente que no estaba ahí para ganar, sino para hacerlo ganar”, recordó alguna vez el tlaxcalteca.

“Para cualquier ciclista profesional, actuar en la Tour de Francia es un sueño, debido a que es la prueba más exigente, la más reconocida y en donde todos desean sobresalir. No tuve presiones por llegar a un sitio preponderante. Lo hice a mi manera”, expresó lguna vez Arroyo ante las constantes críticas por no ganar en Europa y ante la incomprensión de la afición mexicana que quería verlo triunfar.

Miguel Arroyo se despidió en 2001 sin un podio grande en Europa, pero siendo siempre la rueda delantera de la ahora leyenda Lemond. Sólo él, el mundo del ciclismo y los domésticos saben lo que significó su esfuerzo, su silencio ante el hecho de ser doméstico y el significado de su permanencia durante una década en los pelotones de la élite mundial.

@PatyPenia

JJ/I