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Quinto Patio

Los empresarios despertaron. Después de 10 sesiones del Comité de Adquisiciones (en el que recientemente se les dio voto gracias a reformas legales) y luego de una serie de adjudicaciones directas, compras cuestionadas y gastos polémicos, por fiiiiiiiin ayer levantaron la voz en el Ayuntamiento de Guadalajara. Frenaron la licitación por 8.3 millones de pesos para cámaras de solapa a la Policía tapatía. Y lo hicieron dando argumentos de un proceso con indicios claros de favoritismo, dados cargados y bases dirigidas hacia Groundbreaking Technologies.

Pero no sólo eso, ya encarrerados también pidieron cuentas claras de la “maceta” (así lo dijeron), en alusión a la obra Árbol adentro de José Fors. Los planteamientos, que antes habían sido tibios, ayer fueron enérgicos. Que tomen en cuenta sus observaciones, que expliquen las erogaciones ya realizadas y las previstas, así como que vaya a rendir cuentas la titular de Cultura, Susana Chávez Brandon, fue la exigencia de las cúpulas empresariales al ayuntamiento tapatío. ¡Quihúbole!

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Peeeero no todo acabó ahí en la sesión del Comité de Adquisiciones de Guadalajara. Parafraseando aquel programa dominguero ochentero, aún habría más. Los representantes del sector privado retomaron el tema de seguridad pública y cuestionaron que las patrullas se usen para trasladar a los guardias municipales a 67 puntos de la ciudad donde tienen sus encomiendas, mientras que en las calles la delincuencia está a todo lo que da.

Ahí sí dieron su visto bueno a la compra de cuatro camionetas tipo van para que ya no haya pretextos en el combate a la inseguridad. (Tomamos nota de la sorpresiva enjundia empresarial).

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En los años 80 del siglo pasado, en Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco muchos se escandalizaron cuando los grupos delictivos quedaron al descubierto al igual que sus cuantiosas inversiones, sobre todo en el sector inmobiliario, para lavar dinero. Todo mundo sabía o por lo menos sospechaba que los narcos residían y operaban en la zona metropolitana tapatía como si nada. Pero los tapatíos, siempre acusados de tener doble moral, los aceptaron, los avalaron y hasta hicieron compadre a más de uno.

Ahora, en el segundo decenio del siglo 21, con el lavadero descubierto por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, se abre un nuevo capítulo del escándalo. Desde que empezaron a llegar en los años 70, las bandas no se han ido. Se reciclaron. Se reprodujeron. Penetraron más, hallaron más cómplices, se hicieron más violentas. Lo del cantante Julión Álvarez, el jugador Rafa Márquez o el también acusado Raúl Flores Hernández es sólo la puntita del iceberg.

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Aunque no hay enfrentamiento verbal, como en otros años, entre Poder Judicial y Poder Legislativo de la entidad, sí hay diferencias de criterios. El magistrado presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Ricardo Suro, es más directo y respeta acuerdos, pero también dice verdades. A los diputados locales les recordó que por no haber votado un dictamen con los sufragios que pide la ley se dio la ratificación tácita del papá del gobernador Aristóteles Sandoval, o sea, el magistrado Leonel Sandoval.

Explicó que ya nada pueden hacer para evitarlo porque por su error dejaron que le dieran la ratificación, que algunos no querían. Y como siempre el Congreso del Estado pierde porque no se pone de acuerdo de manera intencional, pero luego se da golpes en el pecho por el error. Lo malo es que aún tienen al Poder Judicial sometido porque de ellos y del Ejecutivo depende si le dan la hacienda judicial y el presupuesto constitucional. Así que siguen influyendo a él. No quieren, como cantaba José Alfredo Jiménez sobre el caballo blanco, soltarles la rienda.

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JJ/I