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El poder invisible de los microorganismos

(Foto: Especial)

Las hay que se alimentan de rocas, que viven del aire, que se instalan sobre las barras de uranio de las centrales nucleares, que se sienten cómodas en agua hirviendo, en las fosas abisales oceánicas o en las capas más altas de la estratosfera. Hasta existen algunas que resisten en el vacío espacial.

“Durante una de las misiones Apolo los astronautas dejaron una cámara fotográficas en la Luna. La siguiente tripulación la recogió y cuando los científicos la analizaron en la Tierra se dieron cuenta de que todavía tenía bacterias vivas”, comenta Manuel Porcar, líder del Grupo de Biotecnología y Biología Sintética de la Universidad de Valencia. “Su capacidad de supervivencia es legendaria”.

Para Carles Pedrós-Alió, investigador del Centro Nacional de Biotecnología, “el hecho de no verlas hace que tengamos un concepto totalmente distorsionado del mundo que nos rodea”. Cuando pensamos en el término biodiversidad nos vienen a la mente los documentales de animales, pero de las tres grandes ramas que conforman el árbol de la vida, bacterias, arqueas y eucariotas, las dos primeras son exclusivamente microbianas, “y la tercera es también invisible al ojo humano en su mayoría”, expone el microbiólogo.

Tal es el número de especies microbianas, que Porcar lo califica como inimaginable. Este investigador ha calculado que si conociéramos todas las especies que se estima que existen, imprimiéramos una descripción sucinta del genoma de cada una en una hoja de papel e hiciéramos una montañita con ellas, la pila que se formaría tendría una altura de un cuarto de la distancia de la Tierra a la Luna. “Es muy probable que nunca tengamos suficientes computadoras en el planeta para gestionar toda esa información”, aventura.

Responsables de que todo funcione

Mientras que animales y plantas aparecieron hace unos 500 millones de años, las bacterias lo hicieron como mínimo hace 3 mil 500 millones y han tenido tiempo de sobra para multiplicarse y diversificarse. Son tantas y tan diversas que a lo largo de la historia han moldeado la geología del planeta.

Además de generar los depósitos de petróleo, hierro, oro o plata que hoy explotamos, estos microorganismos fueron los responsables del primer y más brutal cambio climático conocido. “Cuando las cianobacterias inventaron la fotosíntesis y empezaron a producir oxígeno cambiaron la atmósfera del planeta colmándola de este gas tan tóxico. Los seres vivos del momento tuvieron que esconderse en rincones anaeróbicos, adaptarse o morir”.

Hoy en día su labor sigue. “Serían necesarios más de 200 millones de ballenas para igualar la biomasa de bacterias que vive en los océanos. Sería muy triste que estos grandes mamíferos desaparecieran, pero este hecho no alteraría en absoluto los actuales flujos de carbono, oxígeno y nitrógeno. Las bacterias son las responsables de que todo funcione”.

Albahaca, comino, canela y cúrcuma

El destino de Marco Polo o de Colón, por ejemplo, fue forjado por ellas. “Se han creado imperios basados en especias, se han mantenido rutas a través de continentes y océanos para comerciar con ellas, se ha matado para dominar su comercio”, relata Pedrós-Alió en su libro La vida al Límite. ¿Y todo para qué? Para evitar que la comida esté contaminada con bacterias y que esto la eche a perder o nos provoque intoxicaciones.

De ahí nuestra fascinación por la sal, la albahaca,  el comino, la canela o la cúrcuma y por procesar la comida mediante el salado, el ahumado, el deshidratado, el marinado, el escabechado o el adobado.

Más eficaces que CSI

Kevin Green ingresó en prisión en 1979 acusado de golpear y violar a su mujer embarazada de ocho meses, Dianna D’Aiello, quien perdió el hijo en el asalto y acusó a su marido del mismo. Él aseguró que era inocente y que había salido de casa a comprar hamburguesas, pero el testimonio de su mujer tuvo más peso en la decisión del jurado. No fue hasta 16 años más tarde que, gracias a la bacteria Thermus aquaticus, Green fue declarado inocente.

“Thermus aquaticus vive en las fuentes termales del Parque Nacional de Yellowstone en EU. Es un organismo termófilo, es decir que se siente a gusto en esta temperatura tan alta”, detalla Pedrós-Alió. El investigador norteamericano Kary Mullis utilizó la enzima Taq-polimerasa, aislada en esta bacteria, para optimizar la PCR (una técnica de laboratorio que requiere de ciclos de temperatura, algunas muy altas) para amplificar pequeños fragmentos de ADN y que ha revolucionado la ciencia forense.

La PCR se patentó en 1989 y 6 años más tarde el sistema judicial californiano la utilizó para analizar el ADN de una muestra de semen que había sido encontrada en la vagina de D’Aiello.

Los resultados no sólo demostraron que Kevin Green era inocente, sino que revelaron al verdadero culpable, el asesino en serie Gerald Parker quien confesó haber violado y matado a seis mujeres. “Esto demuestra la importancia de la investigación básica”, apunta Pedrós-Alió. “¿Quién hubiera pensado que podría ser útil estudiar la vida microbiana de una fuente termal?”. SINC

Balas mágicas

  • Las bacterias no generan devoción entre el gran público. Este mismo año la Organización Mundial de la Salud ha manifestado su preocupación por el incremento de la resistencia de las bacterias al efecto de los antibióticos y ha animado a laboratorios y farmacéuticas a descubrir de manera urgente nuevos fármacos de este tipo
  • Mientras que la mayoría de medicamentos que consumimos son sintéticos, los antibióticos de nuestro botiquín son productos naturales

JJ/I