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Lo público. El público. Los públicos (2)

El teatro de carpa o de revista fue una manifestación cultural popular en México que nació las primeras décadas del siglo pasado como respuesta, entre otras cosas, al difícil acceso que tenía la mayor parte de la población a los teatros. Espectáculos de infraestructura sencilla que utilizaban templetes y sillas como escenario presentando distintas tandas que diferenciaban públicos de acuerdo a las edades: por ejemplo, en la primera incluían sketches familiares a los que podían asistir los niños; en el segundo horario, a medio día, pensaban ofrecer algo para un público mixto, pero en la noche, a partir de las ocho, aparecían los estelares sólo para adultos. Su itinerancia y sencilla producción no implicaba que el público fuera menos exigente con los contenidos que se presentaban. Al no estar sujetos a los protocolos formales de lo que sucedía en un recinto teatral, las carpas modificaban sus contenidos a gran velocidad: un arte vivo que iba tomando el pulso de la voz de los ciudadanos.

Debían presentarse sketches de sátira política que reflejaran los intereses públicos para merecer un aplauso, de lo contrario, sabían que los abucheos no se harían esperar. Los políticos siempre eran blanco a tirar, burlados por distintos personajes del barrio que los ridiculizaban. Era el espacio que la clase baja encontraba para subvertir a la clase alta a partir de su ingenio donde se abordaban los deseos de una vida digna, de justicia social, de la opresión e injusticia que padecían. Fue la carpa quizá, uno de los semilleros de ideas que más tarde propiciarían el movimiento revolucionario en México.

La carpa y el teatro de revista, son los antecedentes del cabaret mexicano.

El siglo 20 transcurría y la radio y la televisión se convertían en grandes generadores de contenidos y diversión que atrapaban con su oferta la atención de la población. La llegada del cine también se convertiría en una de las actividades favoritas de recreación fuera de casa.

El siglo 20 también le dejó a México grandes ofertas escénicas provenientes de distintos sitios de Europa. Grandes e importantes compañías viajaron a nuestro país en los periodos de la Primera y Segunda Guerra Mundial, ya que en sus ciudades de origen, la guerra impedía que se presentaran. Así sucedieron unos años de bonanza para la ópera y la zarzuela, por ejemplo, cuyas compañías pasaban largas temporadas en nuestro país.

JJ/I