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La Iglesia debe aprender de sus errores

Vigente. La Reforma de Lutero es celebrada este año en todo el mundo, son coloquios y encuentros que analizan las 95 tesis señaladas por el estudioso. (Foto: Especial)

Este año la Reforma protestante que impulsó en Alemania Martín Lutero cumple 500 años.

La Reforma de Lutero fue un acto de disidencia dentro de la misma Iglesia católica del siglo 16: la Iglesia jerárquica se había distanciado demasiado del evangelio y se había acercado a los poderes temporales, feudales y monarcas de los distintos reinos europeos. Los curas cercanos al pueblo de Dios se sintieron impulsados a denunciar los abusos que se cometían en nombre de la fe religiosa contra las comunidades que cada día estaban más pobres, más necesitadas y con menos ayuda de parte del clero.

Según el especialista en el tema y defensor de los derechos humanos Óscar González Gari, el legado de Lutero es la Iglesia que éste forma a través de la Reforma con la que se gesta la Iglesia protestante o evangélica: “Esa Iglesia trata de dejar de lado todos los negocios eclesiásticos con los que se cometía un grave pecado, uno con el que quería acabar el papa Luna: volver a la Iglesia a sus orígenes, a su fidelidad, a su pobreza inicial, para que no tuviera más poder que el que le daba el evangelio, dar testimonio de él”, comentó en entrevista con NTR.

Los antecedentes

Para muchos 2017 es el año Lutero. De hecho protestantes de todo el mundo se han congregado para celebrar el legado que dejó en sus 95 tesis clavadas en la puerta de la Iglesia del palacio de Wittenberg, desatando cruentas guerras y también las bases para lo que después sería la ilustración.

Para entender la importancia de este hecho hay que mirar a los antecedentes de Lutero.

Un siglo antes de las 95 tesis, había sido excomulgado y depuesto de su cargo el papa Benedicto XIII, el primero de nacionalidad española. Papa Luna, por su apellido, el pontífice había luchado y perseguido entre otras cosas las privanzas, lo que ahora se conoce como nepotismo en las liturgias y catedrales que generaban más ganancias para las familias de los líderes eclesiásticos. Sin embargo para muchos siguió siendo el papa legítimo.

Este año se celebran, por cierto, 600 años de su excomunión en Constanza, en el concilio de Segismundo, entonces emperador de Luxemburgo.

Años antes, en 1415 fue quemado en la hoguera también en Constanza el checoslovaco Juan Hus, porque promulgaba que la Biblia debería de llegar al pueblo, que la Biblia no es propiedad de los curas ni de los conventos, sino que había sido promulgada para llegar a todas las conciencias religiosas que quisieran leerla.

Martín Lutero actuó conociendo esta historia.

Revisarlo en el presente

Para el especialista González Gari resulta fundamental que la Iglesia recuerde este pasado, por el que muchos dieron su vida.

“Una institución que no aprende de sus errores del pasado está condenada a repetirlos. Si la Iglesia que ha sobrevivido a cantidad de cataclismos, epidemias, crisis, revoluciones, etcétera, tan antigua y con tanto arraigo popular no es capaz de revisar su historia y aprender de ella, seguramente la repetirá hasta el cansancio una y otra vez. Eso sería nefasto para su propósito inicial”, dijo.

Entre otras cosas mencionó que la Reforma de Lutero es actual porque recuerda su base y de su pueblo: el destino de un reino de justicia, de paz, de fraternidad, de verdad en el camino intrincado de la época histórica que le toca vivir.

A Martín Lutero, el papa Juan Pablo II le levantó la excomunión, a Juan de Hus, el actual papa Francisco le levantó la excomunión en 2015 a 600 años de su muerte. Falta que excomulguen al papa Luna, dijo González Gari.

Más allá de eso, el especialista ve fundamental el diálogo interreligioso en la modernidad que “debe buscar una cultura de paz, de un mundo no amenazado por la guerra, la discriminación, xenofobia y los lastres del pasado que amenazan a los derechos humanos”, concluyó.

“(La Iglesia católica) debe buscar una cultura de paz, de un mundo no amenazado por la guerra, la discriminación, xenofobia y los lastres del pasado que amenazan a los derechos humanos”
Óscar González Gari, presidente de la Red Jalisciense de Derechos Humanos

JJ/I