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Aprender a vivir con la ausencia

Lo único seguro que tenemos al nacer es la muerte. Ciclo natural y común, sin embargo difícil de entender, consolar, dar consejo, aceptar y obtener resignación. La muerte trae sufrimiento intrínseco. Durante el duelo o periodo de asimilación, se manifiesta externamente el luto más allá de la negra vestimenta. El paso por diferentes estados, es natural. Puede ser la negación, desde la cobardía de no creer que llegó el fallecimiento para quien amamos o por el contrario sentirse tan valiente y aparentar o rechazar cualquier manifestación de dolor. Se puede sentir enojo e ira hacia Dios, hacia uno mismo, algún familiar o incluso hacia quien fallece.

La ausencia del ser amado debe manejarse intencionalmente con autoterapias grupales o individuales que nos lleven a realizar actividades agradables deportivas, culturales y artísticas. Vestir con ropas alegres y no fúnebres. Dialogar sobre el proceso de enfermedad o accidente que llevó a la muerte, platicar y bromear del ser cercano, recordar eventos del funeral. Meditar acerca del fallecido en la intimidad y orar por su alma ayuda emocionalmente y se encuentra el consuelo de Dios. Escribir sobre los sentimientos de la muerte, el ser querido, así como pronunciar un discurso formal o informal, libera.

Cuando de niños se trata, se debe explicar la muerte como algo natural, sencillo, ordinario. Por ejemplo, decir que al igual que los juguetes, el cuerpo se rompe y deja de funcionar. Hacer analogías de así como ellos tenían una vida en el vientre de mamá y al nacer tuvieron otra vida, igual el ser querido ha nacido a otra vida. El acompañamiento es básico para enseñar y aprender a vivir con la ausencia.

Aquí el fragmento de un discurso pronunciado en un sepelio: “la muerte es como tragar un pedazo de pan duro, de ese que se hace viejo como una piedra. Hay que tragarlo a la fuerza, es parte de la vida, hay que disfrutarlo, no todo es alegría. Al tragarlo quisiéramos pasarlo pronto o mejor aún, no tragarlo y sacarlo del pecho donde se atora, raspa, sangra, asfixia, ahoga y mata; pero no se puede, hay que tragarlo,  es parte de la vida, que no todo es alegría. Ustedes amigos y familia que han estado presentes, ustedes que han viajado atravesado carreteras y caminos, que han volado, que vienen de otro continente, para acompañarnos, para rendirle homenaje a mi padre, son como ese vino tino, coñac, ron, tequila y Ruso Negro, que tanto disfrutaba el Viejo. Ustedes son esa deliciosa bebida que ablandará el pan, que nos permitirá tragarlo y pasarlo. Ustedes son quienes nos permitirán seguir disfrutando esta vida, aunque no todo es alegría. Gracias por estar aquí, que buen buqué se percibe”.

@Saucedodlallata

JJ/I