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Vengándose en los impuestos
Y el sarampión avanza
El domingo concluyó la primera ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en el que representantes de México, Estados Unidos y Canadá han empezado a intercambiar propuestas sobre cómo modernizar el acuerdo de 23 años.
Se trata de un ejercicio detonado a partir de la presión de Trump por reducir el déficit comercial que tiene Estados Unidos frente a México, que en otras palabras quiere decir que ellos nos compran muchas más cosas de las que nosotros les compramos a ellos.
Un tratado de libre comercio tiene como objetivo reducir las barreras para que dos o más países firmantes intercambien bienes y servicios, y es uno de los instrumentos de política económica internacional que más ha impulsado la integración del mundo.
Este proceso de globalización no ha venido sin retos y el caso del TLCAN es un ejemplo de ello.
México y Estados Unidos son un caso muy especial porque comparten una amplia frontera terrestre de poco más de 3 mil 100 kilómetros y el contraste entre la riqueza de ambos es alta: el primero tiene un PIB per cápita de cerca de 19 mil 500 dólares mientras el segundo tiene uno de 57 mil 200 dólares según datos del Fondo Monetario Internacional. ¡Es una diferencia de casi el triple!
Cuando entró en vigor el tratado, el principal miedo de México fue que sus empresas en todos los sectores, desde el agrícola hasta el de servicios, no pudieran competir al tú por tú en el propio mercado mexicano con las estadounidenses con mayor fortaleza en términos de calidad y competitividad.
Sin duda la presencia de marcas extranjeras en nuestro país se multiplicó muchas veces en las últimas décadas, pero el tratado también dio a México una ventaja que compensó con creces todo lo que le compramos nuevo a Estados Unidos… y es que, al tener salarios más bajos, a las empresas norteamericanas les empezó a salir menos costoso construir sus fábricas aquí y luego exportar los productos de regreso a Estados Unidos o a otros países, porque nuestro país ha ido ampliando sus tratados de libre comercio con otros socios. México ha firmado 12 tratados de libre comercio que le dan acceso a mercados de 46 países que representan 60 por ciento del PIB mundial.
Esto nos lleva a la última elección presidencial de Estados Unidos en la que Trump ganó gracias al voto de la clase trabajadora y particularmente en estados que antiguamente habían sido motores industriales y de los que las fábricas se fueron a otros lugares. El discurso simplista y manipulador de Trump ha canalizado la frustración de este grupo de la población estadounidense señalando a México como el malo, porque se ha aprovechado del tratado para llevarse empleos a costa de los de sus vecinos.
Ya en la primera ronda de negociación se empezó a presionar a México para que suba su salario mínimo como condición para que se mantenga el tratado, con la idea de reducir la ventaja que se genera a partir de tener salarios más bajos.
La realidad es que las soluciones no van a venir de una relación lineal de causa y efecto tan simple como ésa, porque las economías son sistemas complejos en los que los elementos responden a distintos ciclos de retroalimentación que no siempre son evidentes.
Hace unos días terminé de leer el libro Thinking in systems (Pensando en sistemas), de Donella Meadows, en el que explica de forma sencilla este tipo de dinámicas en sistemas complejos.
Curiosamente esta autora analizó en los 90s la negociación original del TLC desde un punto de vista sistémico y se dio cuenta de que los arquitectos de este tipo de acuerdos ponen más de 90 por ciento de la atención en los parámetros, los números, del sistema, cuando éstos rara vez reflejan toda la realidad y no sirven como herramienta eficaz para influenciar el sistema.
Ella propuso poner atención más al propósito del sistema… quizás el tratado no debería centrarse nada más en incrementar el flujo de comercio entre los países y analizar la estructura completa de la relación entre ambos, para conseguir un propósito en el que TODOS sus ciudadanos ganen… y entonces ya definir las reglas e incentivos que permitan cumplirlo. Suena razonable para tomar en cuenta durante las negociaciones.
@ortegarance
JJ/I