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Periodistas de TV enfrentan riesgos

(Foto: Especial)

NUEVA YORK. Varios corresponsales se ataron sogas a la cintura para no ser barridos por el viento. A uno le cayó un enorme árbol detrás suyo mientras transmitía un informe. Otro tuvo que apoyar una rodilla en tierra mientras pasaba el ojo de la tormenta.

La paradoja es ineludible: Los canales de televisión se pasan días advirtiendo a la gente que debe evacuar las áreas por donde pasarán huracanes y exhortándola a que no es exponga a riesgos innecesarios, y acto seguido despacha a sus mejores reporteros a los sitios más peligrosos, para que enfrenten temporales en la calle, cruzando los dedos para que vientos feroces y lluvias intensas no los lastimen.

Eso se hizo evidente en la cobertura del paso de Irma por la Florida. Los periodistas fueron las fuerzas de choque que permitieron a la gente experimentar la tormenta desde la comodidad de sus casas. Las cadenas televisivas enviaron a sus mejores corresponsales y realizaron una cobertura ininterrumpida durante todo el fin de semana.

Los peligros que enfrentan los periodistas en estas circunstancias afloraron cuando un enorme árbol cayó detrás del corresponsal de NBC Gabe Gutiérrez en momentos en que transmitía un informe en vivo. Los ejecutivos de la televisión estuvieron muy cerca de tener que rendir cuentas sobre su política de exponer a sus corresponsales a serios peligros, desafiando a menudo el sentido común, con tal de atraer una mayor audiencia.

Varios periodistas que tenían que reportar desde la calle optaron por transmitir desde los balcones de sus hoteles o viviendas, lo que hacía que el viento no fuese tan fuerte, o, como Kerry Sanders, de NBC, desde una playa de estacionamiento de cemento. Pero muchos sintieron que no podían transmitir la fuerza de la tormenta sin exponerse a la furia de la naturaleza.

La lluvia era tan intensa que “parecía que te estuviesen apuntando con la manguera de los bomberos”, comentó Chris Cuomo, de CNN, desde Naples, Florida, mientras el ojo del huracán pasaba por allí.

Miguel Almaguer, de NBC, se ató una soga amarilla a la cintura, con el otro extremo atado a una columna de cemento, para que no se lo llevase el viento durante un informe en vivo. Gio Benítez, de ABC, también se ató una soga en un balcón. Kyung Lah, de CNN, se ató a una barrera metálica.

Numerosos corresponsales tuvieron problemas para no ser arrastrados por el viento. Durante una transmisión Sanders se disculpó por apoyar una rodilla en la tierra “por un momento”. Jo Ling Kent, de NBC, se mostró muy osado al recorrer Miami Beach.

El viento desplazó varios metros a Mike Bettes, de The Weather Channel, en Naples. Poco después circularon versiones de que cerca suyo había pasado un pequeño tornado. Como premio a su arrojo, Bettes pudo captar el Sol mientras el ojo del huracán pasaba por allí.

“Después de tantos golpes y magullones, ahí estaba el ojo”, expresó Bettes. “Fue hermoso”.

Su compañero del Weather Channel Mike Seidel, asignado a Miami, la pasó muy feo al instalarse en un muelle que había quedado bajo el agua, en momentos en que soplaba un intenso viento. “Vamos a tener que recoger nuestras cosas y buscar un sector más elevado”, anunció en cámara.

Steve Harrigan, de Fox News Channel, cubrió el huracán al aire libre el día de su cumpleaños.

“Lo siento por la gente mayor, por la gente que necesita oxígeno”, comentó. “Lo siento por la gente que está asustada. Nosotros ya hemos pasado por esto, no nos mete miedo. Para mí, permanecer de pie y pasar mi informe es un desafío técnico”.

Después de un par de horas en las que el agua le azotaba la cara, Cuomo, de CNN, se sentía en condiciones de dar consejos a sus colegas: No le den la espalda al viento.

La cobertura que hizo Cuomo del paso de Irma ofreció algunos momentos únicos. Poco después de soportar los peores vientos, Cuomo se encontró en una calle de Naples en un momento de gran calma. Las palmeras detrás suyo no se movían. Consultó con el meteorólogo Chad Myers, quien analizaba toda la información disponible desde un estudio y le dijo en cuántos minutos volvería el viento, desde la dirección opuesta.

“Ahora entiendo por qué la gente a menudo se confía” pese a que no ha pasado el peligro”, comentó Cuomo. “Realmente uno siente que esto ya pasó”.

JJ/I