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Banksy

Mediodía de domingo. Estacionamiento del Levis’ Stadium, casa de los 49’ers de San Francisco en Santa Clara, California. En el asador hay langostas, un corte, elotes, alambres de camarón con cebolla y pimiento, en la mesa hay cerveza y galletas orientales. Grant Marshall, la mitad de Massive Attack, está sentado en una silla plegable azul. Daggy G viste de shorts, tenis y camisa blanca. Pasa inadvertido: ahí está, como si nada, uno de los pilares de la cultura musical en el mundo.

La pregunta es obligada: ¿Es Robert de Naja el artista urbano Banksy? (No Bansky como algunos no iniciados lo nombran -ojo dónde ponen la “s”).

En 2016 un “estudio científico” de la Queen Mary University de Londres reveló que Banksy era Robin Gunningham a través de un mapa geográfico de su obra que coincide con sus lugares de residencia. Por los mismos días el periodista inglés Craig Williams se aventuró a afirmar que Banksy era Del Naja ya que al menos en seis ocasiones los shows de Massive Attack coincidieron con la aparición de grafitis característicos del artista urbano, quien trabaja la técnica del esténcil. Esta teoría la reavivó un comentario del músico Goldie, quien llamó familiarmente Robert al artista.

Pero Robert del Naja no es Banksy, lo aclara Grant Marshall mientras bebe cerveza, se seca el sudor con una toalla blanca y botanea. Banksy es amigo de su esposa desde hace muchos años, eventualmente es invitado a las giras de Massive Attack y “luchará por mantener su identidad, porque de otra manera se pierde la ilusión”, sintetiza Daddy G, quien describe así lo trivial que resulta querer ponerle cara y nombre a esa idea incendiaria, anarquista y humorística de protesta callejera. ¿A quién le sirve saber quién es Banksy? ¿Al hípster que cree saberlo todo, al humilde de conocimiento que no entiende, al que quiere ganarse una exclusiva que será olvidada, al gobierno, a la policía?

Una marca trasciende cuando se vuelve un signo o una idea universal, Banksy lo es, pero más profundamente, representa la pulsión del ser humano a encontrar la contradicción y la ironía de los símbolos, además de transformar su significado, habitualmente impuesto por un orden hegemónico, el del gobierno, trasformar los signos y recontextualizarlos, es una invitación a cambiar sin destruir, sino transformar.

Banksy no somos todos, es él y convoca, hace un llamado. Nadie lo conoce, mejor, eso es fuego puro. El sabotaje no se avisa. Los 49’ers perdieron. Thanks Marssy and Yoly, you’re angels.

@WhoIsFranco

FV/I