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Silueta de campeona

PERSONALIDAD. Siempre dura como contendiente, Silueta muestra una cara amable y amistosa fuera del ring. (Foto: Especial)

Todo empezó por un acto que, al parecer, sucedió a manera de conspiración. Su nombre de pila pocos lo saben, pero a la luz del público, prefiere que le sigan nombrando por su pseudónimo profesional: Silueta.

A sus 13 años y durante siete más, Silueta entrenó lucha olímpica, motivada por su madre.

“No era algo que me llamara la atención, fui a ver qué pasaba. El primer día la odié (la lucha) porque los entrenamientos fueron muy fuertes, me dolía todo y juré no regresar. Mi mamá había pagado un mes, y por ello fue que regresé al segundo día (…) de ahí ya no dejé de entrenar”, narra la luchadora, haciendo una retrospectiva hacia sus inicios.

Después de siete años de entrenar la lucha olímpica, su maestro, el gladiador Flash, le comenzó a introducir al entrenamiento en cuerdas, y fue tal el resultado, que logró debutar como profesional y tener buenos papeles y triunfos en arenas tapatías, en especial en la Coliseo.

Su debut como profesional en la lucha libre tuvo que esperar cuatro años, aun cuando tenía mezclando la olímpica y cuerdas por cuatro años.

“No era muy común que las mujeres lucharan o tuvieran oportunidades, había que esperar a que vinieran y eso la verdad es que no ocurría ni siquiera una vez por mes en 2006 en Guadalajara”, afirma Silueta, destacando el contraste con lo que hoy sucede, pues son hasta cuatro veces por mes cuando las mujeres son protagonistas de las contiendas en la Coliseo de Guadalajara.

Previo a su debut, narra la luchadora, “mi entrenador Flash me empezó a dar nombres, muchos, y el que más me agradó fue Silueta. Cuando se llegó la oportunidad de debutar, yo le dije al promotor que ya tenía todo, mi diseño de máscara, mi nombre y todo”.

Ése fue el inicio de una carrera de éxito, con altos y bajos, pero con la constancia por delante. Todo ocurrió “por casualidad”, pues admite la gladiadora que ser luchadora no fue algo que soñara. Todo se fue dando y ocurrió, dice, de la mejor manera.

Con viento en contra por la falta de confianza de promotores para las mujeres, poco a poco se fue abriendo camino. Hoy, la oriunda de Guadalajara es de lo mejor que ha regalado la lucha libre a nivel femenil, y sus logros merecen una descripción aparte.

Japón, su cumbre

Una vez debutada y agremiada al Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), vino para la tapatía una oportunidad de que sería un parteaguas en su carrera profesional.

“Decidí migrar a México, para tener más oportunidades; me llevé a mi familia, a mi hija y a mi mamá. El día que llegamos, apenas instalándonos, recibí una llamada donde me dijeron que había una oportunidad de viajar a Japón por tres meses. Tomé la decisión de inmediato y me fui”.

En tierras orientales, confiesa Silueta, nada era sencillo: “Yo fui, hice amistad y mi objetivo jamás era brillar como estrella allá, mi objetivo era aprender, aprender un estilo de lucha libre muy distinto al mexicano, y lo conseguí”.

En 2014 vino el primer trago amargo de la tapatía, al perder en campeonato mundial el cinturón contra la luchadora japonesa Narumiya, pelea de la que logró desquitarse un año más tarde, en 2015, cuando se consolidó en el país asiático.

La revancha vino con empuje, y Silueta, con un año más de entendimiento de la lucha oriental, sacó la cara por México y le arrebató el cinturón de campeona mundial a la misma Narumiya, para después regresar a México y contender para defender su título en la Arena México.

63 kilos pesa Silueta

1.60 metros de estatura

11 años de trayectoria profesional

Trago amargo

Silueta tiene una rivalidad añeja con Zeuxis, ya que en julio de 2010 la puertorriqueña le ganó la máscara en una lucha polémica, pues se la quitó sin que el réferi se percatara de la falta

JJ/I