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'México, mi amor'

Todavía este país no se recuperaba de la tremenda noticia que fue el brutal asesinato de Mara Castilla cuando otra nueva tragedia golpeaba el ánimo, la realidad y la vida cotidiana de miles de personas en México.

Como una mala broma o el argumento más inverosímil de una película, 32 años después, un 19 de septiembre se repetía la pesadilla de un terremoto en la Ciudad de México. Y como entonces, la sociedad civil organizada, ese concepto tan difuso en nuestros días, volvió en un instante a tomar cohesión y sentido para salir a la calle a ayudar en lo que fuera. 

En menos de un mes los Estados de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Morelos, Estado de México, Puebla y la Ciudad de México sufrieron terremotos de los que difícilmente sabremos las afectaciones a corto plazo. En pocas palabras, a las crisis económicas, políticas y sociales que ya nos tenían bastante golpeados, casi una tercera parte de este país está padeciendo situación de desastre. 

La mezcla de conmoción, shock, solidaridad, movilizaciones, ayuda, dolor, pérdidas, llanto es difícil  de acomodar. La psique de este país se sostiene por hilos. 

Por otro lado, está la fuerza de la reacción de una población que no ha dudado en salir a apoyar con cualquier cosa: desde la señora y el señor que desde algún lugar del Estado de México llegaron para ofrecer atole a los voluntarios, hasta la gente que ha abierto sus casas para recibir a desconocidos, pasando por las acciones de ciudadanía que transportaba en bici o en cualquier medio a su alcance lo necesario desde los centros de acopio; aquellos que cocinaron, otros que suspendieron su vida habitual para ir a ofrecer sus manos para lo que se ofreciera, o los twitteros, artistas y personajes del espectáculo donando o compartiendo información desde sus cuentas. La movilización de todas y todos por un mismo objetivo fue y es  extraordinaria, de una potencia que da muestra de lo que un pueblo sí puede hacer.

Es fundamental diversificar apoyos para no dejar desprotegidos a los estados y sus poblaciones que no han recibido tanta atención mediática y que están sumamente vulnerables. No hay manera en que podamos confiar en ningún gobierno para tomar cartas en el asunto, así que como hasta ahora, somos la sociedad civil la que tendrá que movilizarse.

Lo que la tragedia desdibuja son las diferencias. Lo que la tragedia acentúa es esa capacidad –esperanzadora hasta las lágrimas– de ser todavía seres en y de comunidad.

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JJ/I