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Los Arreola y la ciencia

 Las historias que nos trae la ciencia son fabulosas. Despiertan la capacidad de asombro.

José Gordon; El día que hablé con Bashevis Singer y me volví Richard Feynman, Instrucciones para contagiar la ciencia, Diego Golombek y Juan Nepote (coordinadores), Editorial Universitaria UdeG, Guadalajara (2016), p. 118.

 

Mucho del asombro que nos puede despertar el conocimiento de las realizaciones de la ciencia en México todavía está por ocurrir, ello debido esencialmente al desdén en diferentes medios de nuestra sociedad y a la –a veces– poca influencia de los diversos materiales que se difunden para dar cuenta de ellas.

El pasado jueves 21 de septiembre en un pletórico salón del Centro Documental Carmen Balcells de la Biblioteca Pública del estado (BPEJ) Juan José Arreola, el entrañable amigo y colega Juan Nepote, titular de la Dirección Educativa y Museográfica del Museo Trompo Mágico, presentó Experimentos imaginados. Juan José Arreola: literatura & ciencia, avances de la exhaustiva investigación que ha emprendido para desentrañar un caso particular de lo que él definió como los lectores científicos, aquellos que es posible rastrear en la historia y son escritores pendientes de la actividad científica; y del que da cuenta a partir de las influencias científicas en su obra provenientes de su tío: el olvidado sabio José María Arreola, es el espléndido charlista y escritor que da su nombre a la BPEJ.

Profusamente ilustrada con fotografías y grabaciones, quizá sólo conocidas por unos cuantos especialistas y entendidos de la obra del autor zapotlense, la charla propició un enriquecedor diálogo en la sección de preguntas y respuestas, además de recuperar anécdotas y hechos que debieran trascender el ámbito meramente académico; así supimos del cuento El prodigioso miligramo (por cierto recuperado en la antología Para seguir aprendiendo editada por el INEA) cuya clara influencia fueron los experimentos realizados por los sacerdotes Arreola y Díaz con una partícula de Radio contenida en un novísimo (para 1904) y peculiar dispositivo denominado espintariscopio. Quien esto escribe manifiesta su ansia por que pronto veamos en letras de imprenta tan acucioso estudio que abonará al mejor contagio de ciencia en nuestro México.

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FV/I