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Cuatro reflexiones sobre los sismos

Los sismos de septiembre han sido una de las pruebas más fuertes que los mexicanos hemos tenido que enfrentar en los últimos años. Fueron 65 víctimas en el del 7 de septiembre que afectó el sureste del país, y hasta el momento van 310 personas fallecidas en el del 19 de septiembre que afectó el Valle de México. Todavía estamos levantando escombros, literalmente, pero apuntaré cuatro aspectos para reflexionar sobre los sismos.

Primero, una vez más vimos la solidaridad del pueblo mexicano ante los eventos adversos de origen natural. Pudimos observar nuestra gran capacidad para unirnos ante las desgracias y trabajar en equipo. Esto no es nuevo, los mexicanos tenemos una larga trayectoria de cerrar filas ante catástrofes como temblores o inundaciones. Esta característica debe ser motivo de orgullo, pero también tenemos que buscar que este rasgo emerja ante otro tipo de retos de interés nacional -como el combate a la pobreza o la seguridad pública- y no nada más ante catástrofes naturales.

Segundo, los sismos nos han dejado ver nuestra desproporcionada atención en favor del Valle de México en comparación con el sureste. Este es un patrón histórico enraizado en nuestro país, que se evidencia materialmente en el desproporcionado grado de desarrollo de las dos regiones. Algunos dirán que el sismo de la Ciudad de México, Morelos y Puebla fue más devastador y cobró más víctimas que el de Oaxaca, Chiapas y Tabasco, y por ello se justifica la desproporcionada atención. En términos absolutos sí, el primero fue más grave que el segundo. Pero en términos relativos no. Si dividimos el número de víctimas y damnificados entre el número total de habitantes, el sismo del 7 de septiembre en el sureste mexicano fue mucho más devastador.

Tercero, los sismos también nos brindaron evidencia para observar lo conectadas y articuladas que están las redes sociales con la agenda de los gobiernos y los actores políticos. Un actor famoso puso un tuit para presionar a los partidos políticos del país a donar la mitad de su presupuesto para la reconstrucción de México. Las redes sociales se volvieron un torbellino con el tuit, que comenzó a recibir apoyo popular y respaldo de otras figuras públicas. En minutos, ya estaba lista una petición en el portal change.org para presionar a los partidos políticos. Aquellos que se atrevieron a contradecir la idea sufrieron el escarnio público en twitter. El resultado, los actores políticos se vieron obligados a respaldar la propuesta. Hasta el gobernador de Jalisco apoyó públicamente el destinar los recursos de los partidos políticos para la reconstrucción.

Finalmente, la propuesta del párrafo anterior nos deja ver una vez más la inmensa animadversión del pueblo mexicano hacia los partidos políticos. Los minutos y las horas posteriores al sismo del 19 de septiembre eran momentos para estar concentrados en apoyar a las víctimas. Sin embargo, un sector muy amplio de los líderes de opinión del país concentraron sus energías en aprovechar la ventana de oportunidad, de forma muy irresponsable, para debilitar a los partidos políticos. Este comportamiento tiene que poner en la balanza la rabia contra los partidos políticos. Un rencor capaz de retirar nuestra atención de las víctimas del sismo, y ponerla en una agenda política que aprovechará cualquier ventana de oportunidad.

JJ/I