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Reconstruir escuchando

En los planes de reconstrucción por la emergencia de los sismos del 7 y 19 de septiembre hay la clara intención del presidente Enrique Peña Nieto de hacer de la devastación y necesidad de las miles de familias que perdieron sus casas o sus negocios la mejor estrategia político-electoral para 2018. El mandatario dirigirá la reconstrucción como la posibilidad de reposicionar y reconstruir la imagen de su gobierno, para ayudar a ganar, a quien designe como candidato a relevarlo.

A nueve meses de distancia, el proceso de gestación de la elección presidencial parece un embarazo de alto riesgo. Las tarjetas monetarias, tan discutidas en las elecciones del Estado de México, son utilizadas ahora para depositar dinero en efectivo a los damnificados de Oaxaca y Chiapas, de 120 mil pesos por pérdida total de vivienda y 30 mil por daño parcial.

Para las organizaciones sociales, la reconstrucción se debe hacer dialogando y escuchando las voces de los afectados en cuanto a los materiales y manera de reconstruir. Señalan que una reconstrucción integral requiere movilizar a las personas y recursos propios de cada zona; no hacerlos a un lado.

Cuando el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, se presentó en la histórica y muy dañada escuela de Juchitán, Oaxaca, llevó en la mano planos para su reconstrucción. El proyecto fue rechazado por la directora y los profesores del plantel porque no era conveniente construir una escuela de tres pisos en zona sísmica. El mensaje de la población y de los maestros fue claro: la escuela debe ser reconstruida tal como estaba.

Se exige que la reconstrucción respete la arquitectura, los materiales y las tradiciones culturales de la región. Si se hace al estilo de las ciudades, con cemento, fierro y aluminio, se atenta contra los modos de vida locales y se crearía vivienda inapropiada, como ya sucedió en otros desastres.

El presidente Peña Nieto argumentó que “la caída de las viviendas se debió sobre todo a que están hechas de adobe y tienen escasa cimentación”. Diversas asociaciones civiles y colectivos le respondieron al titular del Ejecutivo federal señalando múltiples ejemplos de buena construcción con materiales locales, mejor construidas que los centenares de escuelas de concreto destruidas y viviendas inhabitables promovidas por oficinas públicas, que no respetan usos y costumbres comunitarias.

La discusión sobre si se reconstruye con adobe o concreto tiene un trasfondo socio-cultural. Reconstruir de acuerdo con las tradiciones culturales y con materiales locales como adobe, bajareque, tejas, implica adaptarse a las condiciones climáticas de cada zona y movilizar la mano de obra local. Sería así una reconstrucción compenetrada con los requerimientos de cada familia y localidad.

Reconstruir con concreto es implantar los mismos diseños en todas partes, como las fachaletas y monumentos al tinaco que se repiten ad nauseam en todo el territorio nacional. En cambio, el adobe, la piedra, la madera y la cantera representan la movilización de materiales y mano de obra local.

Preocupa que la propuesta presidencial abre camino a la reconstrucción como negocio de fin de sexenio para los amigos de siempre, lo cual se manifiesta en la creación del fideicomiso Fuerza México, creado por las élites empresariales para captar las donaciones internas y externas.

Las organizaciones sociales insisten en abrir espacios a la participación social en el diseño de la reconstrucción, escuchando a la población, y la iglesia expresa que “vemos múltiples corazones heridos e innumerables familias sin techo, que no deben quedar en el abandono; por eso la tarea como pastores es animar en la esperanza, acompañada de la oración, fomentar la ayuda solidaria y la responsabilidad social”.

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JJ/I