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Pan molido

La renuncia de Margarita Zavala al PAN fue como la onda expansiva de una explosión. Sin duda el más cimbrado es el partido que abandona, pero el efecto alcanza al Frente Ciudadano y al resto de los aspirantes independientes.

Zavala destapó lo que ya era un secreto a voces: un partido dividido por las aspiraciones presidenciales de su dirigente nacional, Ricardo Anaya Cortés, y con ello la falta de un método democrático, transparente y claro para elegir al candidato a la Presidencia en 2018 del Frente Ciudadano por México del que ahora Acción Nacional forma parte.

La ahora ex panista avaló ir con el frente, pero siempre advirtió que no le hicieran trampas y, en público y en privado y hasta en tuitazos, pidió reglas claras a Anaya Cortés, le exigió una elección abierta y con participación ciudadana.

En lugar de eso sólo detectó evasivas y esfuerzos para cerrarle las puertas de la candidatura que representara a esta coalición.

Al irse, Zavala exhibe un partido lastimado por el jaloneo entre grupos, el de Anaya Cortés y el del ex presidente Calderón. Ambos intercambian acusaciones de que ven al PAN como de su propiedad.

Anaya Cortés intenta convencer de que no hay fractura en su partido, de que siempre estuvo abierto al diálogo con Zavala y de que hay que apegarse a los tiempos electorales.

Pero la división es tan evidente que incluso el ex presidente del PAN Luis Felipe Bravo Mena le recomienda tres líneas de acción, aquí textuales:

1. Ciudadanización, apertura a las nuevas expresiones cívicas de la sociedad, incorporar nuevos liderazgos.

2. Fortalecer sus órganos directivos con diálogo y apertura, mayor colegiación en la toma de decisiones estratégicas, fomento a la lealtad de los militantes y al orden interno.

3. Consolidar la coalición electoral. Es urgente dar cuerpo a su programa de gobierno; incorporar a la sociedad civil, académicos e intelectuales en su elaboración.

Dando otra lectura a estos tres puntos de Bravo Mena, es evidente que el PAN de Anaya Cortés está sumido en la autocracia.

La jugada política de Zavala exhibe también a un Frente Ciudadano por México que no vio más allá de los prejuicios. En la arena política se dice que ella representa una extensión del gobierno de su esposo, Felipe Calderón, por eso los otros dos partidos, el PRD y Movimiento Ciudadano, se esforzaban por encontrar la mejor estrategia para hacerla a un lado y sepultar sus aspiraciones presidenciales.

Se instalaron en que ungirla sería una reelección disfrazada y cerraron los ojos a su trayectoria, capacidad y empatía con la sociedad y con la misma clase política. Lo más grave es que borraron la posibilidad de un proceso interno democrático.

Para muchos, todo esto es la viva manifestación de la violencia política en el país y de la lucha de poder. Es todo, menos interés por cambiar cómo se manejan los asuntos políticos en México.

En cuanto a los independientes, Zavala pone en aprietos a los más conocidos: Pedro Ferriz, Armando Ríos Píter, Jaime Rodríguez Calderón El Bronco. Ante la nueva rival, ahora tendrán que replantear su estrategia.

Ayer, luego de 33 años de militancia en el PAN, Zavala finalmente registró en el Instituto Nacional Electoral (INE) su intención de contender por la Presidencia como candidata independiente.

Según sus palabras, eligió ponerse en manos de los ciudadanos, no ser producto de un dedazo de un presidente ni del capricho personal de un iluminado ni de un arreglo cupular.

Con una declaración a las puertas del INE terminó de moler al PAN: “Entré a un partido político por la manera de hacer política, de honestidad, de libertad, de valentía y ya no lo estaba encontrando. No tuve alternativa”.

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JJ/I