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Educar para el futuro I

Por lo general nos encontramos tan enfrascados resolviendo los problemas del presente que nos vemos impedidos de pensar en el futuro. Los enfrentamos de forma inmediatista y pasamos de un evento a otro tal como piezas de dominó encadenadas para caer uno enfrente del otro. Sin embargo, hay cosas que no podemos dejar para lo inmediato; se deben tomar acciones para prever más allá. Tal es el caso de la educación: lo que se enseña en los recintos escolares sirve para preparar a nuestros alumnos para su desempeño posterior fuera de las aulas: se educa para el futuro.

¿Qué estamos haciendo como nación para preparar a nuestros eventuales ciudadanos para un mundo cada vez más dinámico e incierto? ¿Estamos comprometidos como sociedad para crear las condiciones propicias para ofrecer a nuestros hijos una educación pertinente? ¿Cómo lo estamos haciendo con relación a otras naciones? La Unidad de Inteligencia de The Economist recién acaba de publicar el Índice Mundial Educando para el Futuro, elaborado con la intención de “evaluar la efectividad de los sistemas educativos para preparar a los estudiantes en las demandas del trabajo y la vida en un panorama que cambia con rapidez”.

Preparar a nuestra niñez para el futuro implica la adquisición de una serie de habilidades que los ayuden a enfrentar con éxito los desafíos: educar debe ser menos sobre aprender información y más sobre analizar y usar esa información. Las destrezas sugeridas por el estudio son habilidades interdisciplinarias, habilidades creativas y analíticas; habilidades emprendedoras, habilidades de liderazgo, habilidades digitales y técnicas; y conciencia global y educación cívica.

El estudio en cuestión evaluó las aportaciones de los sistemas educativos de 35 países para proporcionar estas habilidades. Son seis los principales hallazgos apreciados por el estudio. En principio, afirma que muchos gobiernos no están haciendo lo suficiente para preparar a millones de jóvenes para los cambios sísmicos en el trabajo y la vida, dejándolos a la deriva ante los complejos desafíos de este siglo. En perspectiva, de los países considerados, México se encuentra entre los que han creado las políticas educativas en términos moderados, al ocupar el lugar 21, con un índice de 61.2 (en primer lugar está Nueva Zelanda, con 88.9, y en último, Irán, con 23.5).

En segundo término, la publicación considera que los sistemas educativos están dejando de lado áreas cruciales como el aprendizaje basado en proyectos y promover una ciudadanía global; y se debería adoptar nuevos enfoques que ayuden a los estudiantes a aprender habilidades como el pensamiento crítico, la colaboración y tomar conciencia de cuestiones como el cambio climático.

En tercer lugar, la política educativa debe venir complementada con un conjunto de profesores talentosos y mejor equipados para enseñar estas habilidades para el futuro. El estudio señala que muchos países ya están enfrentando este desafío que hace énfasis en la importancia de adquirir habilidades para el futuro.

El índice sugiere que ya se están dando pasos importantes en esta área: en la mayoría de las naciones los sistemas educativos enfatizan la importancia de las habilidades futuras, al menos en cierta medida, al mismo tiempo que requieren títulos de profesor o al menos universitario.

El cuarto hallazgo tiene que ver con la idea de que los muros áulicos “deben ser derribados”. La educación debe verse como una “proceso orgánico” dejando de lado la enseñanza tradicional y comprometer a profesores y padres de familia a que los niños y jóvenes adquieran habilidades y actitudes que les permitan aplicar en el mundo exterior lo aprendido en los salones de clase. La educación no se detiene al salir del aula. (Continuará…)

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JJ/I