INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Nocividad urbana

Las ciudades, desde las perspectivas académicas y gubernamentales, en múltiples ocasiones se han puesto a discusión y análisis. Sin embargo, como alguna vez dijo Mike Davis, hoy sabemos más de la ecología de la selva que de la ecología urbana. Y el poco conocimiento que tenemos de las ciudades, específicamente de esta ciudad que hace varias décadas era conocida también como la ciudad de las rosas, se ha producido bajo los paradigmas del desarrollismo, la modernización, el urbanismo y la industrialización

Hasta ahora todos los planteamientos críticos que se han elaborado respecto de la ciudad han terminado siendo subsumidos, cooptados y tergiversados por el gobierno y por el capital que desde siempre ha tomado las ciudades como lugar central para reproducirse y expresarse en toda su magnitud. Esta ciudad, como todas, parafraseando a Miguel Amorós, se sigue modelando y remodelando según las necesidades y los gustos de los ricos y poderosos.

Una de las críticas urbanas más recientes provino de grupos autodefinidos como ambientalistas o ecologistas. Estos han enfatizado en la cuestión de la movilidad urbana que es un verdadero caos y proponiendo la movilidad no motorizada, específicamente el uso de la bicicleta. No es casual, seguramente, que estas ideas aparezcan junto con toda la serie de planes de reordenamiento urbano que han cambiando el rostro del centro de las cabeceras municipales de la zona metropolitana (Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá) y de varias de sus principales vialidades imponiendo un modelo arquitectónico global que se puede ver en todas las ciudades del mundo que se ofrecen como lugares de marca, especiales para el turismo con capacidad de consumo.

Así, bajo el discurso de que hay que rescatar los centros urbanos, tomar la ciudad o de que hay que colocar a la ciudad como destino turístico para reactivar la economía y generar empleos, se esconden los proyectos de acumulación de capital para desplazar y despojar de los barrios tradicionales a sus habitantes originales (muchos de ellos adultos mayores) para construir en ellos nuevos corredores peatonales para el consumo donde se ofrecerán productos verdes, orgánicos, veganos, vegetarianos, gourmet, sanos, artesanales, pero a precios sobrevaluados. Inaccesibles para la mayor parte de la población.

Sin ir mucho a la historia ni abundar en otros ejemplos de estos procesos de desterritorialización urbana, así sucedió recientemente con la transformación de la avenida Chapultepec, con el barrio de Santa Teresita y sucederá con la peatonalización de la avenida Alcalde, que se junta con todas las alteraciones urbanas implicadas en la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero.

Ya se había dicho antes. Para crear el caos en las ciudades no necesitamos de manifestaciones de protesta. Basta que se despliegue la obra pública y privada. Pero claro, este caos está legitimado porque, se nos quiere convencer, es para nuestro progreso y bienestar.

Es necesario mantener y potenciar la crítica a la forma y los objetivos con los que se sigue produciendo esta ciudad que ha perdido toda proporción humana y que, para la mayoría, se ha convertido en un verdadero infierno. Pero habría que hacerlo desde otras perspectivas, con otras miradas, con otros énfasis que nos puedan conducir a iniciar procesos de construcción de otro tipo de relaciones sociales urbanas. Antes de que el caos, la nocividad y la destrucción urbana que necesita el capital para seguir existiendo, nos ahogue y extermine.

La semana que terminó tuvimos la oportunidad de escuchar y compartir la palabra con Miguel Amorós, experimentado militante anarquista que estuvo de visita en esta ciudad invitado por la Cátedra Jorge Alonso. En sus charlas como en su libro Contra la nocividad. Anarquismo, antidesarrollismo, revolución plantea ideas que, en este sentido, son inspiradoras para ir desentrañando y potenciando las prácticas políticas libertarias, autogestivas, anticapitalistas diversas ya en marcha en esta conurbación.

[email protected]

JJ/I