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La decisión de Zamora

Tiene razón Arturo Zamora Jiménez cuando explica por qué no ha declarado si quiere o no ser candidato del PRI a la gubernatura. El sábado pasado dijo a los reporteros:

“No he tomado una decisión porque todavía no hay una determinación al interior de mi partido sobre quién va a ser el candidato a la Presidencia de la República; una vez que se tome esa determinación, entonces nosotros estaremos en condiciones de resolver qué va a pasar en las nueve entidades del país donde habrá elección para gobernador, y en este orden de cosas seguro que en su momento estaré tomando una determinación y lo haré público”.

Y digo que tiene razón porque ésa es su razón: en tanto no haya candidato a la Presidencia de la República, Zamora Jiménez no revelará oficial y formalmente si desea o no volver a ser candidato.

De acuerdo con personajes cercanos al ex alcalde de Zapopan, si la decisión del actual dirigente nacional de la CNOP no estuviera condicionada a lo que defina el próximo candidato presidencial, desde hace tiempo que públicamente hubiera confesado que no quiere contender otra vez por el gobierno estatal.

Sin embargo, la posición que ocupa en las encuestas como el priísta mejor ubicado en la preferencia ciudadana –aunque aún muy lejano de quien encabeza las preferencias, como es Enrique Alfaro Ramírez– lo obliga a ser cauteloso, discreto y guardar silencio ante la eventualidad de que, por esa razón, se le solicite que juegue el papel de sacrificio y sea el candidato a la gubernatura por ser, en la imaginaria, quien puede recabar el mayor número de votos para el PRI en beneficio del abanderado a Los Pinos.

Si de Zamora dependiera, reitero a lo escuchado en corto, ya hubiera dicho que no va. Pero el único que puede obligarlo a contender es José Antonio Meade, José Narro, Aurelio Nuño o Miguel Ángel Osorio, cualquiera de ellos que sea el candidato priísta a la Presidencia. Si no hay una instrucción de cualquiera de ellos de por medio, el senador con licencia estará dispuesto a jugar desde la dirigencia nacional del sector popular para que el PRI se mantenga en la Presidencia.

Me han llegado versiones de que Zamora ha dicho a algunos de sus amigos que sí quiere ser candidato; otras revelan que su postura es que lo sería únicamente si el candidato presidencial y la dirigencia de su partido se lo piden; y algunas más, éstas sí de voces cercanas al ex alcalde de Zapopan, advierten que si no ha declarado que desea ser candidato es porque no quiere que se le impongan condiciones que pudieran dificultarle el manejo de su campaña, de ahí que ha resistido las presiones para que haga un pronunciamiento sobre si quiere o no ser candidato.

Pero la ausencia de una definición pública y abierta sobre sus aspiraciones no ha sido obstáculo para que aquellos priístas que quieren verlo como candidato realicen una campaña de bajo perfil a su favor, ya sea en reuniones o a través de los medios de comunicación o redes sociales. Son priístas que hoy se sienten relegados o aspiran a regresar “por sus fueros” con Zamora como candidato.

Podríamos apostar que los destapes de Héctor Pizano o Eduardo Almaguer como aspirantes a la candidatura estatal son señal de que el dirigente de la CNOP no vendrá como candidato, pero también puede ser que ante la falta de una definición y mientras hay quienes le apuestan a que Zamora será enviado del centro, ellos consideraron conveniente levantar la mano por si esto que muchos esperan no sucede. Y si lo hicieron, es porque cuentan con la anuencia del primer priísta del estado.

Sin embargo, hay que anotar que el amago de Arturo Zamora sobre si será o no candidato genera un clima de incertidumbre que ningún bien le hace al PRI y a los priístas y sí, en cambio, los divide con el serio riesgo que eso provoca.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I