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Dos candidatos, cero campeones

Se subió el segundo contendiente al ring por la Presidencia del largo proceso electoral de casi siete meses que culmina en julio de 2018. El primer contendiente ya llevaba rato esperándolo y no tardó en desempolvar sus floridas expresiones que llevaba rato queriendo usar.

A juzgar por las encuestas que se hicieron inmediatamente después, a menos de que milagrosamente el Frente Ciudadano proponga un candidato muy fuerte, se fragmentará tanto el voto de la tercera opción que la batalla real será entre dos.

Y esta pelea a dos reflejará la versión mexicana de lo que se está jugando en las urnas alrededor del mundo en los últimos dos años: los que ya están hartos del sistema establecido y quieren cambiarlo con el personaje más explosivo que aparezca y los que quieren mantener la aparente seguridad del statu quo.

En medio estamos muchos forzados a tener que elegir entre opciones que no nos gustan, porque no encontramos un campeón que luche por cambiar el sistema establecido sin recurrir a políticas populistas que no tienen sustento. ¿Habrá alguno por ahí?

Para empezar, ¿a qué nos referimos con el sistema establecido? Justo ayer vi un documental en Netflix muy recomendable que se llama Saving Capitalism (Salvando al capitalismo), basado en el libro del mismo nombre escrito por Robert Reich, quien fue secretario del trabajo en la administración de Bill Clinton.

En el documental, Reich narra cómo desde los 70 el sistema democrático en Estados Unidos ha sido secuestrado por una élite que ha usado su riqueza para comprar poder y cambiar las reglas de la economía a su favor para acumular más riqueza, generando una desigualdad histórica y detonando con ella el hartazgo generalizado de las clases medias y bajas.

En México tenemos nuestra propia versión de una élite que tiene secuestrado el desarrollo del país a través de la corrupción institucionalizada y un estado de derecho que funciona selectivamente.

Los ciudadanos estamos hartos de este modelo que beneficia a unos pocos a costa de todos los demás. Una parte importante de mexicanos está tan enojada que está dispuesta a votar por un candidato que lanza ataques provocadores a la élite y les jura que les va a cambiar la vida, aunque no les diga cómo lo va a hacer. Así pasó en Estados Unidos. En palabras del director de documentales Michael Moore, Trump fue la bomba molotov que la clase media rural le lanzó a todo el sistema establecido. Que arda todo, con tal de que cambie.

¿Qué pasa con el candidato que se subió esta semana al ring? Tiene buenas credenciales, su labor está bien valorada, ha trabajado en gobiernos de distintos partidos, nunca ha sido militante. Pero… es parte del establishment. Trabaja con ellos, sale en fotos con ellos, ha sido exitoso en el modelo que ellos protegen. Desde esa situación no va a atraer el voto de los que están hartos, va a atraer el de los que quieren mantener el sistema como está y el de los que tienen miedo del tipo de cambio que puede producir su contrincante.

El problema de una elección así es que divide a la sociedad en vez de unirla. El voto enfrenta personas, en lugar de enfrentar ideas sobre cómo resolver los problemas de todos.

¿Qué sería lo ideal desde mi punto de vista? Un AMLO que, en vez de basar su discurso en atacar, sustente con un plan de trabajo real todos los cambios que promete y se rodee de un equipo talentoso; un Meade que se distancie radicalmente de las formas de operar de los que militan en el PRI y ponga soluciones ejemplares a la corrupción, y/o una tercera opción que no sea populista, que tenga un plan sólido y que pueda tener la plataforma para entrar a la conversación con los otros dos.

¿La posibilidad de que ocurra alguna de estas tres? Por ahora, muy bajita.

Lo único que podría realmente hacer una diferencia es lo que Robert Reich dice al cerrar el documental que les recomiendo: que los ciudadanos nos organicemos y exijamos que se escuche nuestra voz, para que el que gane, sea quien sea, se sienta obligado a ser nuestro campeón para cambiar los vicios que ya no se pueden sostener. Tenemos siete meses…

@ortegarance

JJ/I