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Alfaro desahucia al Frente

En un video que circuló por las redes sociales, el aún alcalde de Guadalajara nos obsequió con una joya del pragmatismo político en su más diáfana expresión. Ahí, mediante un video improvisado, pero de manufactura excelente, el líder del partido Movimiento Ciudadano (MC) en el estado procedió a declarar el fin de los esfuerzos aliancistas y extender el certificado de desahucio del Frente Ciudadano en Jalisco.

Las razones sobre las que se sustenta su decisión son muy sencillas. De lógica elemental. Primero, Jalisco representa el único bastión en el que MC tiene no sólo presencia real, sino que es mayoritaria. Con sus propias fuerzas Movimiento Ciudadano puede no sólo refrendar las posiciones que ostenta (alcaldías y diputados), sino incluso incrementarlas, y cuando se habla de MC en Jalisco habría que referirse específicamente a Enrique Alfaro, personaje clave del partido en el estado y, si me apuran, el factótum a nivel nacional.

En este contexto no resultaba inteligente fusionarse con fuerzas y actores políticos de cuestionable presencia electoral. Una alianza implicaba el reparto de cargos y posiciones y eso iría en detrimento de los intereses emecistas en el estado. Máxime cuando un panismo profundamente dividido y en franco declive electoral, y un PRD prácticamente inexistente, tendrían muy poco que aportar.

En 2015 Alfaro enfrentó la embestida de todas las demás fuerzas políticas, aglutinadas para impedir su llegada a la alcaldía de Guadalajara y las derrotó de manera contundente. No sería sensato repartir los espacios de poder entre los partidos y actores que impulsan el frente a nivel local. Menos aún, cuando en términos generales, la evaluación hacia su ejercicio de poder ha sido positiva. Las críticas han venido de parte de sus adversarios y de algunos exponentes del llamado círculo rojo, empero, en el grueso de la población su acción de gobierno supera con creces a la realizada por las administraciones anteriores. Con algunos descalabros, su marca de “buen gobierno” permanece vigente.

En el escenario nacional, su declaración “en Jalisco vamos solos” es un nuevo golpe a las pretensiones de consolidar el Frente Ciudadano como una opción alternativa para las elecciones presidenciales del próximo año. Aunado al resquebrajamiento provocado por las declaraciones de Mancera, las de Alfaro pueden traducirse en la puntilla de las aspiraciones frentistas.

Cada vez es más claro que en el reparto de cuotas, ninguno de los partidos coaligados está dispuesto a perder sus posiciones. No existe, en los hechos, la mínima generosidad que supone el renunciar a sus intereses particulares en aras del “bien común”, o como lo recitan a manera de mantra, “de poner a los partidos al servicio de los ciudadanos”. En Jalisco eso no va a suceder.

Aún más, la declaración de Alfaro exhibe las inconsistencias del programa del Frente y confirman que su integración tiene propósitos estrictamente electorales. A estas alturas el Frente no ha presentado un programa claro, coherente y viable. Su oferta de “cambiar el régimen” carece de contenido, sus voceros hablan indistintamente de “sacar al PRI” o “detener a López Obrador”. Incluso, su promesa de impulsar la pensión básica universal, que sonaría creíble en AMLO, en boca de Anaya se convierte en demagogia.

Pero el asunto que lo pone al borde de su extinción es su incapacidad para implementar un proceso de selección del candidato que satisfaga a sus integrantes y que además demuestre rentabilidad electoral. Las mismas encuestas que ponen al Frente a la cabeza de las preferencias, cuando le ponen rostro al candidato frentista, lo ubican, invariablemente, en un tercero o cuarto lugar.

Hace poco aposté que el Frente no sobreviviría a enero, me parece que esa apuesta la voy a ganar.

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JJ/I