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Zapopan
Posando para la foto
Wat Tham Krabok. A 150 kilómetros de Bangkok, en la provincia de Saraburi, no muy lejos de la concurrida Phahonyothin Road, escondido en las montañas, se encuentra el templo budista de Wat Tham Krabok.
Desde su fundación, hace 60 años, cuando Tailandia estaba en pleno apogeo de consumidores de opiáceos, este santuario actúa como un centro de rehabilitación para drogodependientes.
La terapia a la que los monjes someten a los pacientes incluye tratamientos poco ortodoxos, sobre todo “la ceremonia del vómito”.
Hay que arrodillarse sobre la rejilla de un desagüe, con un balde lleno de agua y con una taza que contiene una mezcla que hace que expulses todo lo que tienes en el cuerpo.
En los primeros cinco días de rehabilitación en Wat Tham Krabok, a las tres de la tarde, los pacientes tienen que participar en la llamada "ceremonia del vómito", después de ingerir una mezcla hecha por los monjes con hierbas amargas autóctonas.
Si la bebida no es suficiente para inducir el vómito, el paciente bebe agua hasta explotar.
Con 24 años y consumidor de metanfetaminas, Eee es uno de los nuevos en Wat Tham Krabok.
"Trabajaba en el mercado de las flores de Bangkok y las cosas no me iban mal. Luego comencé a consumir metanfetaminas y empecé a tener alucinaciones durante las horas de trabajo. Me despidieron y fue entonces cuando decidí venir aquí. Todavía no me he acostumbrado a todo esto", narra.
Las reglas que tienen que cumplir estrictamente los que deciden desintoxicarse en Wat Tham Krabok son varias.
La estadía es de al menos dos semanas, con la posibilidad de ingresos posteriores. El alojamiento y la desintoxicación son gratuitos. Los pacientes solo tienen que pagar de su bolsillo la comida, que únicamente se puede consumir una vez al día, a las siete de la mañana.
El despertador suena a las 4:30 y a las 20 horas se apagan las luces. Está prohibida la entrada al complejo del templo de drogas y alcohol, así como las visitas de familiares y amigos.
Todos los pacientes tienen que llevar el uniforme que proporcionan los monjes, que consta de una camisa y pantalones de color burdeos.
Tampoco están permitidos celulares o tablets. Las únicas distracciones permitidas son un balón de futbol, una mesa de ping-pong, alguna guitarra olvidada y un televisor sintonizado en uno de los canales nacionales tailandeses.
Para el tratamiento de la adicción a las drogas, Wat Tham Krabok encapsula una mezcla de espiritualidad y terapias físicas de mucho impacto. El del vómito es el tratamiento más invasivo, pero la terapia de los monjes budistas no se limita a esto.
El primer día, el recién llegado tiene que participar en la ceremonia del sajja. En presencia de un monje anciano, los pacientes juran solemnemente que renuncian a todo tipo de sustancias estupefacientes.
El religioso escribe el nombre y la promesa y los coloca en una copa dorada. Después de una serie de oraciones, ofrece la copa a una estatua del Buda. Así es como el voto se vuelve sagrado –quien lo rompe no puede volver a entrar en Wat Tham Krabok– y el sajja termina.
También cuentan con la "ceremonia de la sauna". Vigilados por los monjes, los pacientes salen de la zona dormitorio –fuera de la cual no pueden ir sin ser acompañados– y se acercan a la zona de la sauna, que está formada por dos salas que tienen una cortina de algodón negro como puerta.
El calor de dentro proviene de un horno de leña ubicado en la parte posterior del edificio. Amontonados entre sí, los pacientes tienen que hacer tres sesiones de sauna de cinco minutos cada una, con un intervalo de dos minutos de descanso en los que se pueden refrescar con agua fresca.
La temperatura dentro de la habitación alcanza los 100 grados, y no son raros los casos de desmayo.
"El taller de artesanía es otro de nuestros buques insignia. Enseñamos a nuestros pacientes a crear obras de arte con objetos reciclados”, explica Phra Kru Vichit, uno de los monjes ancianos.
“Es una actividad que les permite distraerse de la adicción, de las drogas, de sus problemas. Nuestra terapia también incluye media hora al día de meditación guiada por un monje. Normalmente tenemos internas a unas 30 personas, pero hemos llegado a tener más de cincuenta", añade.
En el monasterio budista se trata el alcoholismo y la adicción a las metanfetaminas, un problema creciente en Tailandia debido a la fuerte difusión del ya-ba, un derivado de las metanfetaminas que en tailandés significa literalmente droga de la locura.
Los portentosos resultados del templo atraen desde hace años a pacientes del extranjero, especialmente de los Estados Unidos, Australia y el norte de Europa.
Danielle, inglesa, está en el último día de tratamiento por alcoholismo en Wat Tham Krabok: "Al principio fue muy duro, pero pasados los primeros días una se acostumbra a este sitio”.
“Hasta que no expulsé toda la podredumbre que llevaba dentro con las sesiones de vómitos y sauna no aprecié realmente este lugar de paz. He podido redescubrirme, volver a nacer, pero sin un esfuerzo personal real no se llega a ninguna parte. Ahora solo quiero seguir limpia y continuar mi camino interior", añade.
"Nos espera una nueva vida”, continúa Andrew, un estadounidense que está en el templo por su adicción a las metanfetaminas y la cocaína.
Comparte que su esposa encontró este centro navegando por Internet y lo convenció para que se internara.
“Ha sido una experiencia maravillosa, más intensa que en los centros de desintoxicación que conocí anteriormente. He aprendido mucho, he visto mucho. He sido capaz de entender quién soy realmente. No soy budista, pero estoy convencido de que la meditación, la disciplina y la sencillez del templo me han hecho elevarme a un estado superior", cuenta.
Un conjunto de estatuas de Buda a la entrada del santuario contribuyen a la naturaleza extraordinaria de Wat Tham Krabok.
Se trata de esculturas hechas de un compuesto de obsidiana y otros minerales menos nobles, que varían de 20 a 40 metros de altura y hechas exclusivamente por los monjes.
"Te dejan sin aliento, ¿verdad?. Yo me quedo extasiada cada vez que las miro. Pensar que estas personas puedan llegar a hacerlo es sorprendente. Estos monjes son hombres únicos. Me han ayudado, han conseguido algo en lo que muchas clínicas públicas y privadas en mi país habían fracasado", concluye Danielle. Notimex
El templo budista nació en 1959. La idea de convertir un templo budista en un lugar de desintoxicación, precisa Phra Kru Vichit, se dio por el hecho de que en ese momento el mariscal Sarit Thanarat (primer ministro de Tailandia del 1957 a 1963 tras un golpe de estado que perpetró él mismo) había lanzado una agresiva campaña contra el cultivo del opio.
Miles de consumidores de opio y de heroína fueron ejecutados y los monjes se sintieron en el deber de ayudar a estas personas.
“Nunca hemos recibido subvenciones estatales, salimos adelante solo con el esfuerzo de nuestros 194 monjes”, dice.
Los números de Wat Tham Krabok son realmente impresionantes. Desde su fundación, más de 110 mil drogadictos han sido atendidos.
"Hoy en día, 90 por ciento de los asistidos completan el programa y 60 por ciento después de la terapia sigue sin consumir drogas durante un año”, afirma el monje.
“Hemos tenido muchos pacientes que después de haber seguido el tratamiento han decidido hacerse monjes, alrededor de 20 por ciento del total. El hecho de que muchos de nuestros monjes sean ex pacientes crea cierta empatía con los recién llegados". Notimex
JJ/I