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Llevan escultura pública al oriente

Materiales. Parte del conjunto está hecho de piedras provenientes de la tierra de San Gabriel, Jalisco, el pueblo que vio nacer a Juan Rulfo. (Foto: Grisel Pajarito)

Ayer por la mañana, con el Sol en su punto más cálido, el Ayuntamiento de Guadalajara presidido por Enrique Alfaro y la directora de Cultura Susana Chávez Brandon, inauguró el Conjunto Escultórico en el Parque San Jacinto, en la Colonia Oblatos. Ésta es la cuarta escultura del polémico programa de Arte Público para la ciudad que inició este año.

La pieza es de la autoría de Jose Dávila, un reconocido escultor cuya obra se ha expuesto ya en ciudades en Hamburgo, en Holanda, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de Ciudad de México, el Moma de Nueva York y más recientemente en varios espacios de Los Ángeles, por mencionar sólo algunos. Esta es la primera que se realiza en el oriente de la ciudad.

Se trata de, en efecto, un conjunto cuatro esculturas conformadas por bloques de concreto armado y varillas de metal, en equilibrio con grandes piedras provenientes de la tierra de San Gabriel, Jalisco, el pueblo que vio nacer a Juan Rulfo. Las primeras tres están armadas como en torres, un bloque sobre otro equilibrado por las piedras y la cuarta, la del centro, desarmada, conjugando una especie de bancas o de mini laberinto para la gente que pasa por ahí.

Como un extra, la fuente que se encontraba al centro del parque y que sin funcionar acumulaba gran parte de la basura del parque volvió a funcionar. Un lugar sin sombra, árboles y de pura tierra ahora es el escenario de las primeras esculturas monumentales de Dávila en Guadalajara.

En entrevista, el artista plástico declaró que no le preocupa que la obra, compuesta de estas estructuras blancas, sea grafiteada por los vecinos, pues aunque ésta claramente no es su función, el grafiti es una expresión urbana y la idea de las esculturas es que la gente las haga suyas.

“Al ver que era una plaza que tenía tanta vida a todas horas y por tanta gente de todas edades, niños corriendo, ancianos en la banca, jóvenes jugando fútbol, todo tipo de gente haciendo actividades, era una plaza de actividades muy especial, pero esta parte era una explanada olvidada por la fuente abandonada, me di cuenta que podía reactivar esta sección del parque”, comentó.

Este conjunto de esculturas costó un total de 5.4 millones de pesos de los destinados al programa de escultura pública monumental del Ayuntamiento de Guadalajara.

“Como toda polémica es bienvenida”, dijo sobre las críticas que ha tenido este programa por su presupuesto y por la transparencia de las decisiones que se han tomado respecto a los puntos elegidos para erigirse y los artistas que las hicieron, “todos tienen derecho de externar su opinión, pero no todas son acertadas”.

“Me parece que en algunos casos, no me toca a mí decirlo, puede ser que la obra de algunos artistas no coincida con el precio de su obra en el mercado, yo no sé, pero es probable que eso haya levantado alguna ceja, yo tengo los precios de mi obra estipulados en mis rendiciones tributarias a Hacienda, el precio en que mis galerías la venden en el mercado, de hecho bajé el precio de la obra para adaptarme a lo que aquí era porque para mí era importante tener una escultura en la ciudad en la que nací, en que vive mi familia y mi hija, tenía proyectos en otras ciudades del mundo y en Guadalajara no. Tuve que adaptarme para que esto fuera posible”.

Como había declarado ya en otras entrevistas e incluso charlas públicas, Dávila ve la polémica referente al precio de las esculturas como algo secundario a la importancia de embellecer la ciudad, declarando que el presupuesto público no debe dedicarse a tapar sólo los baches de las calles, sino los baches culturales de una de las ciudades más importantes del país.

“Como ciudad debemos entender que los presupuestos destinados al mejoramiento urbano no deben estar monopolizados por el uso del automóvil, las preocupaciones deberían estar fincadas en otros lugares y no a que los coches se les desgasten los amortiguadores, deberíamos estar preocupados en hacer una mejor ciudad”, dijo.

“Yo no soy político y no sé de presupuestos, pero estoy seguro de que si los recursos se manejan bien alcanza para todo”.

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“De hecho bajé el precio de la obra para adaptarme a lo que aquí era porque para mí era importante tener una escultura en la ciudad en la que nací, en que vive mi familia y mi hija, tenía proyectos en otras ciudades del mundo y en Guadalajara no”
Jose Dávila, escultor

 

JJ/I