Encuentro de las Artes Escénicas

Pocas cosas me son tan estimulantes como intercambiar ideas sobre las distintas aristas desde las que se pueden pensar las artes escénicas. La semana pasada fui invitada a participar en el Enartes (Encuentro de Artes Escénicas), que se realiza año con año actualmente en la Ciudad de México, y que convoca a especialistas de distintas latitudes a compartir sus experiencias sobre el tema.

Así, desde las maratónicas mesas de negocios, donde durante 15 minutos por sesión los programadores y las compañías intercambiaban su quehacer para entablar un primer acercamiento, hasta las jornadas que presentaban las puestas en escena seleccionadas, fueron una intensa experiencia.

Ahí estábamos reunidos programadores y gestores de espacios y festivales nacionales e internacionales que a pesar de hablar distintas lenguas, compartíamos el interés por lo relacionado con la escena. En el mismo sitio te cruzabas con gente querida que hacía mucho no veías o con otros que por primera vez conocías, y entre todos se generaba un ambiente extraordinario difícil de imaginar posible en un país que tiene tantas cosas en estado de urgencia y en el que definitivamente las artes escénicas no figuran entre estas.

El surgimiento o la necesidad de generar redes a partir de las posibilidades de movilidad de artistas escénicos mexicanos es emocionante y aunque es cierto que falta mucho por trabajar en contenidos y modelos de presentación,  es cada vez más palpable el interés manifiesto por encontrar canales de cercanía directa para fortalecer el intercambio de ideas y proyectos. Quizá también es mayor la urgencia que tenemos de compartir nuestras problemáticas políticas que están puestas en la escena.

Para nadie parecía ajeno por ejemplo, el tema de la violencia en México.  Se colaba en los discursos escénicos, en las conversaciones de pasillo, en las preguntas sobre representar lo irrepresentable.   Y es que en tiempos convulsos encontrarse para pensar o compartir es también un acto político. Esos que aunque convocados por una institución, desbordan el objetivo y toman vida propia. Porque para eso son los Encuentros. En ellos se producen pensamientos y acciones cruzadas en el intercambio con los otros. En algunos casos incluso, afectos entrañables. Así que no me queda más que aplaudir la iniciativa del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) por seguir provocando estos espacios.

[email protected]

JJ/I