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Encuentra su identidad

Tema. Para hablar de la infancia es necesario un tipo de memoria emocional, hasta sensorial, afirma el autor en entrevista. (Foto: Mónika Neufeld)

La poesía de Luis Vicente de Aguinaga está inspirada por lo cotidiano, al principio, en el cenit de su juventud, era sobre sus caminatas nocturnas y ahora incluso sobre el amor de una pareja de años. En su nuevo libro, publicado recientemente en la editorial Mantis, aborda entre otras cosas, la cotidianidad, uno de los motivos de inspiración más recurrente en sus poemas.

NTR. ¿Recuerdas tus comienzos en la poesía?

Luis Vicente de Aguinaga (LVA). Empecé el día que cumplí 15 años. Ese día, sin proponérmelo y sin saber qué iba a ocurrir, regresé a mi casa de la escuela y en un momento a medio camino, entre estar despierto y estar dormido, sentí la necesidad de escribir. Escribí ahí mi primer poema y poco tiempo después volví a sentir ese impulso así de apremiante. A partir de entonces seguí escribiendo y me fui reconociendo en ciertas cosas que leía y fui aprendiendo a corregir lo que hacía, en un principio de una forma autodidacta con el consejo de amigos cercanos y poco tiempo después de maestros que me condujeron a talleres de poesía.

NTR. ¿Qué contabas en aquel texto?

LVA. Era un texto raro que al principio estaba en prosa, pero después no me gustó y lo dejé en versos muy largos. Nunca me terminó de convencer, a decir verdad, era una especie de visión de alguien que estaba en una playa y en la playa había esta colina, ahí iba subiendo una mujer mayor en edad que el observador, que al final resultaba ser su madre, ascendiendo hasta una cruz. Creo que nunca quedó, pero conservo el recuerdo y sobre todo la sensación de esa necesidad de escribir que era desconocida hasta entonces y que afortunadamente para mí me ha ido acompañando a lo largo de los años.

NTR. ¿Es una inquietud que llamarías espiritual?

LVA. Se llama inspiración, lo que pasa es que mucha gente dice que no existe y se han convencido de eso. Sí existe, yo doy testimonio, aunque por supuesto existen muchas otras cosas más que vas perfeccionando al paso de los años, es como una especie de artesanía, una habilidad manual para resolver cierto tipo de dificultades, cómo decir las cosas, qué no decir, qué sí decir. Va uno dotándose de instrumentos. Las herramientas por sí solas no escriben un poema, se necesita una fuerza que no está permanentemente al alcance del poema, sólo esporádicamente y que no responde al llamado de su propia voluntad. Por momentos se manifiesta seguramente a ciertos estímulos, pero se mantiene impredecible.

NTR. ¿Esto es algo que ocurre sólo en la poesía o en todo lo que escribes?

LVA. Como poeta no me veo como escritor. Para mí hay una gran diferencia entre ser poeta y ser escritor. Evidentemente como poeta escribes, pero en la escritura no está la garantía de eso que andas buscando. En cambio puedes llegar a un poema sin escribir. Puedes llegar a un poema hablando, caminando, pensando, simplemente y no es el resultado de una disciplina que pase por la mano como una pluma sobre el papel. La poesía es más bien del orden de la canción, del teatro, la oración religiosa o cierto tipo de sermón, en que el habla y la oralidad pueden ser suficientes para sacar el poema adelante. Puedo incluso prescindir de la escritura.

NTR. Algo que viene del lenguaje...

LVA. El idioma te seduce, te atrae a ciertos rincones donde te hace poner atención. Ahí está mi lengua, mi idioma llevándome a un punto donde las cosas se dicen así.

NTR. ¿Cómo conformaste tu primer libro?

LVA. Lo formé al acumular poemas que hice entre los 17 o 18 años, muy jovencito, lo que los unía era que conformaban una especie de recorrido nocturno. Escribí unos pasajes en prosa, cortos que vinieron a acomodar como las puertas o pasadizos de una sección a otra. El título no me gusta a la distancia, Noctambulario, una especie de diarios de caminatas nocturnas.

NTR. ¿Hay algo en tus poemas que se haya conservado todo este tiempo?

LVA. La música y la canción están muy ligados a mis afectos, pero también mis gustos e intereses cambian, a veces vienen temporadas en que escucho cosas que no podría relacionar de manera tan directa con mi escritura. Hay mucho de recuperación. Con el paso de los años, pues ya tengo más de 30 escribiendo, vuelvo sobre cosas que durante un tiempo olvidé o abandoné y recuperó. El tema de la niñez y la infancia también me han importado mucho, recurro mucho a ello y creo que tiene que ver con que para hablar de la infancia es necesario un tipo de memoria emocional, hasta sensorial. Algo muy bueno en la poesía.

“Se llama inspiración, lo que pasa es que mucha gente dice que no existe y se han convencido de eso”
Luis Vicente de Aguinaga, escritor

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