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Oídos sordos

Las escenas afuera del Senado se repitieron por días: manifestantes queriéndose hacer escuchar por quienes dicen representarnos, con una solicitud sencilla: seguridad sin guerra. Pero las peticiones, las súplicas, cayeron en oídos sordos. El desprecio que siente nuestra clase política hacia los ciudadanos se ejemplifica con el tuit que envió el senador Javier Lozano a Gael García Bernal, exigiendo que no opine sobre aquello que no entiende. Asumir de entrada que no entendemos de qué trata esta ley, de sus alcances y peligros, es de nuevo pensar que somos menores de edad que requieren tutela; y luego callar a los disidentes, bajo esta falsa premisa, muestra la intolerancia de este senador que no soporta que alguien opine de manera diferente.

Sin embargo, no es un caso aislado. Los senadores del PRI y del PVEM, junto con algunos más del PAN (los rebeldes afiliados al proyecto calderonista, que fue el que inició este estado de guerra) y del PES consiguieron una fácil mayoría para aprobar la ley. No importó que, desde la tribuna, sus compañeros senadores de otros partidos advirtieran de los riesgos de militarización, del sometimiento de los poderes electos a los mandos castrenses, de la terrible posibilidad de que el Ejército y la Marina se autogobiernen, de la criminalización de la protesta social y de la opacidad en la que operarán estas fuerzas de seguridad ya que toda información quedará reservada.

Tampoco importaron las recomendaciones de organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la ONU, a través de sus altos comisionados; o los llamados de varias comisiones estatales de Derechos Humanos, así como la nacional, para detener esta ley.

Los senadores que votaron a favor tienen su propia agenda, la cual no incluye realmente la seguridad nacional; por ejemplo, no se habla en ningún momento de mejorar las aduanas, que es por donde pasa el mayor número de armas para los narcos, ni de controles para los sistemas financieros, a través de los cuales se blanquean las enormes fortunas ilegales. Es más bien un premio a la ineficiencia, ya que tanto el gobierno federal como los estados tuvieron más de 10 años para recomponer sus cuerpos civiles de seguridad, y no lo hicieron. Por esto prefieren la salida de normalizar lo ilegal (la salida a la calle del Ejército); pero, además, se antoja como una movida para reprimir los movimientos sociales en un año electoral, en el que no hay la seguridad de que los partidos hegemónicos conserven el poder. Y esta lectura se puede hacer por una segunda ley, aprobada en la Cámara de Diputados, que apunta en este sentido: la criminalización de la comunicación de información que “cause deshonra, descrédito o perjuicio”, ¡aunque sea cierta! Al pasar esta ley, esta misma columna podría ser considerada como un ilícito por lo que se menciona sobre los senadores, en particular, sobre Javier Lozano.

Aún es posible que el presidente Peña Nieto vete la ley o que la Suprema Corte determine su inconstitucionalidad, pero es poco probable, por lo que la única defensa que tendremos como ciudadanos pasará necesariamente por las urnas: será indispensable votar por representantes (diputados, senadores, gobernadores, y por supuesto, el presidente) que efectivamente tomen en cuenta el supremo interés de la nación y de quienes vivimos en ella.

Más allá de afiliaciones partidistas, será fundamental que cada uno de nosotros analice el escenario político y que nuestro voto no sea un reflejo de la actitud de estos senadores, quienes, haciendo caso omiso de la información disponible, votaron en contra de nuestros intereses como mexicanos. Habrá que votar por un México diferente.

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FV/I