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El fracaso de la agenda verde

El gobernador Aristóteles Sandoval el 12 de diciembre pasado confirmó y reconoció lo que ya se veía venir: no podrá hacer en el último año de su administración lo que no hizo en los cinco previos. No me refiero a resolver el crítico problema de la inseguridad o el de las mafias en el transporte público, sino a la agenda de calidad del aire y cambio climático, también conocida sencillamente como agenda verde.

Si nos remontamos unos años atrás, allá por 2012, encontraremos incluso un decálogo de promesas relacionadas con esta agenda bajo el eslogan del Partido Verde. Sí, Sandoval Díaz llegó al Ejecutivo estatal por el PRI pero en coalición.

Entre sus promesas de campaña relacionadas con estos temas figuraba “fortalecer a la Secretaría de Medio Ambiente para que se convierta en la piedra angular de este gobierno”. Después, ya cuando asumió el cargo, la convirtió en una Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) con el fin de dar forma al compromiso y sentar precedentes.

Pues bien, pasó el primer año de ajustes y el programa estrella del que se encargaría la Semadet fue el relanzamiento de la verificación vehicular; esto implicaba una reconversión tecnológica millonaria para medir mejor las emisiones y sancionar en serio a quienes no se estuvieran apegando a los niveles máximos, y a quienes de plano omitieran la revisión.

Este programa iría acompañado de otro de movilidad escolar para reducir por mitad los 334 mil viajes en auto que diariamente se hacen en la ciudad para ir a escuelas, con el fin de movilizar a los estudiantes en autobuses. También se acompañaría esta política de una reconversión tecnológica de las ladrilleras para disminuir sus casi permanentes emisiones de carbono negro que tanto dañan la atmósfera y los pulmones humanos.

Estos tres ejes formaban parte central de la apuesta de este gobierno estatal en materia de políticas públicas para mejorar la calidad del aire, que tiene sus ventajas y desventajas, pero al menos ésa era la visión. Por una parte, emprender el nuevo programa de verificación implicaba una inversión enorme en tecnología y, por consiguiente, encarecería los servicios para los automovilistas, tanto los cumplidos como los omisos.

El problema llegó cuando pasaban los meses y después los años y ninguno de los tres proyectos se concretaba; al contrario, cada vez se hablaba menos de los temas a pesar de que los estudios que los justificaban estuvieron listos desde 2015.

Finalmente, la estocada de la administración en el tema llegó con la cancelación del nuevo programa de verificación vehicular que anunció Sandoval este martes, alegando que ya no le quedaba tiempo. ¿Y los casi cinco años que lleva gobernando, qué estuvieron haciendo los funcionarios además de viajar, gestionar y firmar convenios?

Si bien la implementación de este proyecto era costosísima en relación a los resultados esperados, el verdadero problema radica en que el gobierno del estado nunca pudo concretar un modelo de transporte público que desincentivara el uso del auto o motivara compartirlo para sacar vehículos de circulación. Al final del día, la verificación no erradica el factor contaminante a los coches y lo que urge es disminuirlos, no solamente afinarlos.

La agenda del gobernador siempre fue endeble. De 15 puntos que dio a conocer el 9 de noviembre de 2016 como acciones de su gobierno en materia de calidad del aire, 11 fueron firma de convenios y acuerdos de papel, dos eran agendas que ya tiene canceladas (el nuevo programa de verificación y la inclusión de Guadalajara a las 100 Ciudades Resilientes) y sólo dos temas sí se concretaron: la Agencia de Energía y el programa Mi Bici.

La gran promesa del gobierno verde con una “agenda transversal” en materia ambiental se desenmascaró, nunca fue.

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