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Un elefante se columpiaba

Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña, dos elefantes... y así hasta que se cansa uno de cantar. Lo que gusta de la canción es que por más elefantes que se balanceen, la tela de araña nunca se rompe.

La imaginación es capaz de ver como real la unión de lo más incompatible, en este caso, es capaz de unir el elefante, que es lo que más pesa, con la tela de araña, que es lo más frágil y quebradizo. Valga la analogía para la clase política como el elefante y la tela de araña para la sociedad mexicana.

Así hemos vivido en México los últimos años: sumando elefantes a la misma tela de araña, dando por descontado que iba a aguantarlos todos, por numerosos, flacos o gordos que fuesen los elefantes.

El drama es que la tela de araña se ha roto y no sabemos qué hacer con esa manada de elefantes que ha dejado de columpiarse. Hay elefantes que se han quebrado la pata en la caída, otros tienen hambre de poder, otros se están poniendo violentos, otros siguen con el discurso viejo y algunos otros invitaron al narco a sumarse al columpio.

La clase política en su ineptitud se cuadra ante el Ejército, entregándole el poder que se le había quitado hace más 60 años. Ahora, de nuevo, los militares son actores políticos con la nueva ley de seguridad interior. Serán policías sin estar entrenados para ello. No tendrán vigilancia ni contrapesos y estarán en las calles de manera indefinida. Los gobernadores ya no fortalecerán ni profesionalizarán a sus policías.

Los diputados y senadores que aprobaron la ley pusieron a los ciudadanos bajo la bota del Ejército. Ignoraron a las instancias internacionales como la ONU y la CIDH, mandándolas al diablo. Los ciudadanos no sabemos decir “sí, mi general”, como los diputados y senadores. La paz es demasiado importante para dejarla en manos de los militares.

Por ejemplo, hay políticos que olvidan que no puede gobernarse con piel delgada, sus ojos saltan tan pronto leen una crítica a su actuar como funcionarios públicos, y se ponen el traje de censores. Los tratados internacionales para combatir la corrupción establecen que señalar actos de corrupción es sano en una democracia.

La iniciativa del diputado petrolero del PRI, de la Sección 44, José del Pilar Córdova Hernández, acusado varias veces de sindicalista corrupto, aprobada en la Cámara de Diputados para reformar el artículo 1916 del Código Civil Federal, atenta contra la libertad de expresión pues “se considerará violación a la intimidad u honor de una persona… cualquier manejo directo de su imagen, nombre o datos personales, que menoscabe su honra o reputación”.

Significa que se violaría el honor de un servidor público con sólo manejar su imagen, decir su nombre, calificarlo de corrupto o inepto, considerar que no tiene méritos o que su actuar no es inteligente. Criticarlo, pues.

Nos toca a los ciudadanos rehacer la tela de araña procurando que sea más sólida y, sobre todo, evitando sobrecargarla con elefantes, pues ahora se han sumado los militares; pero mientras tanto hay que aceptar algo tan sencillo de entender y tan difícil de asimilar, que muchas de las cosas buenas a las que estábamos acostumbrados no dejan de ser una carga de elefantes y no hay tela, por el momento, que lo aguante, que tenemos que hacernos cargo de nuestro destino.

Agradecemos a los amables lectores su apoyo y confianza para este espacio que siempre busca informar y opinar pensando en los lectores antes que en los políticos de cualquier bandera.

Les deseamos una feliz Navidad, y que el año que viene traiga para el país paz y esperanza en tiempos de elecciones, de violencia y de militarización. Hoy, para los creyentes, la esperanza renace con el niño que en Navidad nos abraza como humanidad. Un abrazo fraterno para todos ustedes, queridos lectores de El Diario NTR Guadalajara.

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JJ/I