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Nochebuenas

Esta semana dos confesiones dieron la vuelta al mundo.

La primera fue del Pentágono, sede del Departamento de Defensa gringo, que sorprendió con una revelación que a su vez confirmó una vieja sospecha: reconoció la existencia de un programa secreto dedicado a investigar la existencia de los ovnis.

Se llamaba Programa Avanzado de Identificación de Amenazas a la Aviación, y fue lanzado en 2007 debido al interés ovni de un exsenador demócrata.

El Pentágono dice que el plan fue cerrado en 2012, pero el New York Times asegura que ciertos aspectos e investigaciones del programa aún existen.

La segunda vino desde la compañía Apple, que envió un comunicado con otra confesión que confirmó otra vieja sospecha. A tan solo días del 31 de diciembre, aceptó que durante años ha disminuido la velocidad de sus teléfonos viejos.

Según la compañía, lo ha hecho para evitar problemas en las baterías de litio usadas, que podrían provocar que un teléfono se apagara sin previo aviso.

El aviso se recibió con escepticismo, ya que siempre se ha pensado que la marca reduce la velocidad de sus sistemas para obligar al usuario a comprar los nuevos y siempre cada vez más caros productos.

Lo cierto es que conforme llega el invierno y se acerca el fin de año, las confesiones brotan por todos lados, como nochebuenas del tipo espiritual que buscan ser plantadas en las macetas de la redención.

Y al igual que estas plantas que adornan una casa o una oficina, estas confesiones se plantan quizá para adornar lo que en el fondo pensamos que es nuestra alma.

La razón por la que las confesiones llegan a fin de año, es que nadie quiere empezar el ciclo siguiente con la carga de algún acto.

En ese sentido se debe recordar entonces una de las más grandes confesiones que fue inmortalizada por el poeta estadounidense William Carlos Williams en su poema, This is just to say que podría traducirse así:

“Sólo para decirte” / Me he comido / las ciruelas / que había en / la nevera // y que / probablemente / guardabas para el desayuno // Perdóname / estaban deliciosas / tan dulces / y tan frías”.

Parece sólo un recado pegado en el refrigerador. Pero su sencillez y profundidad, características en la obra de William Carlos Williams, han dado para que este poema sea analizado durante años.

Seguro lo escribió a fin de año.

@los21fosfenos

JJ/I