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Educación y neurociencia

Hace años en el aula los alumnos se dividían entre los inteligentes, que eran los que se portaban bien, obedecían, podían recitar de memoria las lecciones del maestro y tenían notas de 9 y 10. Los normales que eran los de 7 y 8, alumnos promedio. Y los burros que eran los desobedientes, los inquietos, los que se desesperaban pronto en la clase y obtenían notas menores de 5 y 6 cuando bien les iba.

Recuerdo que mi hijo estaba apenas en tercero de kínder cuando al término del ciclo obtuvo 3 notas con R que era la nota mínima aprobatoria y simbolizaba la R de regular. Al salir de la ceremonia de entrega de calificaciones cuestioné a mi hijo a manera de reproche: “¿Qué significa R – R – R?” a lo cual sin ponerme mucha atención, de manera inteligente, irónica y automática, respondió: “3 R… que soy RetebuRRo”. Han pasado desde entonces, 15 años y lo que me demostró aquel día es precisamente lo contrario. Su rápida respuesta, su ironía, su humor, la manera de quitarme el enojo mostraban una mente brillante en un chiquillo de 5 años que hoy es un buen estudiante de Derecho en el ITESO.

Con los años ha quedado demostrado que la memoria es una función importante pero mínima del cerebro humano, cada vez menos requerida ante la portabilidad del conocimiento universal en gadgets cada vez con mayor wearabilidad (término usado para reloj, teléfono, ropa que nos permiten obtener información y conexión a internet). Hay convencimiento que otras funciones como la resolución de problemas, la socialización, el manejo de emociones, la resiliencia, creatividad, innovación, estructura de pensamiento, trabajo colaborativo, entusiasmo, pasión, optimismo, disciplina interior y esfuerzo han pasado a ser indispensables para el éxito y principalmente para la felicidad, fin último del ser humano.

Los docentes de vanguardia no pueden dejar de actualizarse y estudiar el comportamiento de sus alumnos de una manera integral, donde se pueda conseguir que cada uno sea brillante en su área para dejar de tener los reteburros y llevarlos a un área donde aprovechen sus inteligencias múltiples para que sean exitosos y alegres. Curiosamente en la vida diaria muchos de los desobedientes han aportado al mundo nuevas formas de hacer las cosas, los inquietos han logrado gracias a su creatividad e innovación nuevos artefactos que transformaron nuestras vidas, los menos favorecidos en la escuela o incluso los suspendidos de las instituciones luego han obtenido grandes reconocimientos. También muchos de estos genios fueron sepultados socialmente por sus padres o sus maestros que no encontraron la manera de dirigirlos con orden, estructura, disciplina y exigencia hacia su brillante destino. El pez muere en el desierto y el camello en el océano, cada quien tiene su medio, cada quien brilla en su ecosistema. El estudio de la Neurociencia aplicada a la educación nos lleva a comprender un poco más el fascinante y sospechoso funcionamiento del cerebro y por lo tanto la manera de conducir a hijos y alumnos a su espacio ideal.

@Saucedodlallata

JJ/I