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Acuse de recibo

Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado
Voltaire

Entramos de lleno en los avatares de un 2018 que, se antoja, será complicado por muchas razones. Los precandidatos –ahora ya todos ellos únicos aspirantes, por cierto– se han lanzado a la conquista de la ciudadanía y su voto de confianza en la elección de julio próximo. Con diferentes estrategias cada uno; algunos ya de lleno, mientras otros apenas miden el terreno, pero ya confirmada la definición de nombres y cargos.

En todos los casos las decisiones han estado jaloneadas, excepto, tal vez, en Movimiento Ciudadano, donde quedó claro desde el principio quién sería el candidato, así como dueño de las posiciones y su definición. En los demás institutos políticos hubo señales cruzadas y cambios de último momento que se tradujeron en incertidumbre y molestia.

Aun así, mientras en el PRI los nombramientos transcurrieron en aparente calma, en el PAN y el PRD continúan la sorpresa y la indefinición, pues aún no se ha llegado a un acuerdo que permita navegar con alguna dignidad a los liderazgos locales por el fango que van dejando a su paso las imposiciones del dirigente nacional panista y su acuerdo para la construcción de su propia candidatura por la alianza hacia la Presidencia de la República.

 

Imposición

En el PAN, por ejemplo, donde los suspirantes albiazules ya se frotaban las manos –tras el desprecio de Enrique Alfaro hacia la alianza tejida por las dirigencias centrales de los partidos Acción Nacional, Movimiento Ciudadano y de la Revolución Democrática– andan hechos bolas ante el anuncio de Ricardo Anaya de que la alianza se aplicará en varias decenas de municipios del estado, lo que los obligará a compartir posiciones.

Sin importar las aspiraciones de los políticos panistas locales ni sus méritos ni el escalafón estatal, Anaya ha dispuesto la entrega de las candidaturas a la alianza. Para la dirigencia y militancia estatales, el pago parece excesivo, no así para el líder del partido que en su voracidad sólo ve por sus propios intereses, sin importarle cuantos descontentos deje en el camino.

 

Los ‘tricolores’

Al igual que en el plano nacional donde se tejió fino para lograr un candidato de unidad, en el estado guardaron las formas a pesar de que las cartas se manosearon mucho antes del reparto. Al final, aunque haya descontento, todos obtuvieron una tajada del pastel y las fichas se acomodaron como mejor fue considerado por los estrategas del PRI nacional.

Fue Miguel Castro Reynoso el que se sacó el tigre en la rifa y aunque para algunos está definido el cargo, la realidad es que nada es seguro antes del 1 de julio, fecha en que los jaliscienses irán a las urnas a votar. Al parecer, la consideración fue que a Miguel no se le conocen episodios oscuros en su trayectoria, lo que parece blindarlo en una contienda que se antoja será sucia.

 

¿Advertencia?

El que comenzó con la espada desenvainada fue –no es de extrañar a estas alturas– Enrique Alfaro, quien en una entrevista presentó un abultado expediente en el que tenía “todo lo que han dicho” de él en ese programa. A continuación citó, a manera de aclaración, algunas de las más de 300 opiniones negativas que –dijo– de él se externaron ahí a lo largo de dos años.

Ante lo que, en mi opinión y la de otros colegas, pareció algo así como aquello de a ti te lo digo Pancho para que lo entiendas Chencho, Alfaro inició su actividad como solitario precandidato de MC mostrando que ha destinado tiempo y recursos a armar expedientes para ¿amedrentar? a quienes ejercemos este ya de por sí peligroso oficio y no coincidimos con él. Acusamos recibo.

@BenitoMArteaga

JJ/I