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Fuego y Furia

Estas dos palabras generaron un escalofrío en el mundo en agosto de 2017 cuando Donald Trump las usó para amenazar al líder de Corea del Norte, recordándonos que había un presidente inestable en la Casa Blanca con acceso al infame botón rojo que puede desaparecer ciudades en minutos con fuego nuclear.

Estas mismas dos palabras hoy se han convertido en un fenómeno de la literatura política con la publicación del libro del periodista Michael Wolff que usó dichas palabras usadas por Trump como título de esta obra que narra su observación del presidente y su círculo más cercano durante 18 meses.

El libro se ha convertido en un fenómeno porque el presidente Trump mandó a sus abogados a tratar de frenarlo antes de su publicación con una demanda y con ello dirigió más atención que lo que hubiera podido lograr la mejor campaña de marketing.

Aunque no exento de controversia por acusaciones de inconsistencias en hechos, falsedades y un estilo superficial y chismoso, el libro se ha convertido en un éxito instantáneo que ha sorprendido hasta al propio autor y la casa editorial porque, como escribe Masha Green en The New Yorker, satisface la misma necesidad que los shows de sátira política: recordarnos que no estamos locos, que Trump realmente es un presidente caricaturesco que hace cosas impensables y podemos reírnos para desahogarnos.

Fuego y furia revela una situación en la Casa Blanca tan caótica como nos la imaginábamos cubriendo un amplio abanico de situaciones icónicas de la administración de Trump como el escándalo de la intervención rusa en las elecciones, la destitución del director del FBI James Comey y los desencuentros con los medios de comunicación… pero en lo que de verdad se luce es en la descripción de los personajes y las relaciones de poder entre ellos.

Tres cosas me llamaron más la atención de lo que describe Wolff en su libro porque demuestran que el equipo de Trump es irremediablemente disfuncional.

Primera, nadie de los que forman el círculo más cercano a Trump, incluyéndolo a él mismo, esperaban ganar la elección. Peor aún, todos habían construido estrategias para salir ganando con la derrota.

La victoria fue en realidad una mala noticia. No estaban preparados para formar un gabinete. No tenían, como cualquier otro aspirante, la experiencia y la estrategia para formar un equipo que gobernara al país más poderoso del mundo.

Segunda, el equipo del ala oeste de la Casa Blanca no ha podido llevar una dirección coherente porque el presidente no empodera a nadie y parece disfrutar de ver cómo unos se meten el pie a los otros.

La mayor parte del libro describe las luchas de poder entre tres facciones: la que lideraba Reince Priebus, jefe de gabinete y enlace de Trump con los republicanos; la de Steve Bannon, consejero político detrás de las ideas más radicales y percibido como el poder detrás del trono; y la de Jarvanka, apodo dado a la pareja de Ivanka Trump y Jared Kushner, quienes ocuparon puestos inventados para ellos y ejercían su influencia como si la presidencia fuera una empresa familiar.

Llegó un punto, según testigos anónimos citados en el libro, en el que empleados de la Casa Blanca recibían al mismo tiempo órdenes contradictorias de Priebus, Bannon y Kushner.

Tercera y última, Trump realmente es una persona incapaz de gobernar y las cosas se mantienen más o menos funcionando gracias a un cierto sentido de responsabilidad de algunos de los que lo rodean… pero que secretamente esperan el momento en que la pesadilla termine.

Todos en la Casa Blanca lo tratan como a un niño caprichoso que habla y se repite, pero no escucha. Alguien que no lee absolutamente nada y construye sus declaraciones y tuitazos con base en lo que ve en ciertos canales de televisión y comenta con sus amigos millonarios.

Su equipo hace lo que puede por traducirle lo importante en los breves momentos en los que cuentan con su atención y apagar los fuegos que se generan cada que abre la boca públicamente.

No hay duda de que Fuego y furia, más allá de si es o no un buen libro, es un documento histórico que recoge testimonios del que seguramente será considerado el momento más surrealista en la historia de la presidencia de Estados Unidos.

@ortegarance

JJ/I