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Punto de partida 2018

Una vez que han pasado las fiestas de Navidad y Año Nuevo nos disponemos a trabajar en forma y a analizar los principales desafíos que enfrentan los proyectos a los que queremos apostar en este año. Como ciudadanos tenemos que decidir cómo participar de mejor manera frente a los retos que plantea la realidad del país y de Jalisco.

El contexto electoral del año que inicia nos obliga a la discusión, a una mejor comprensión del proceso y a definir nuestras opciones político-electorales frente a una oferta en que las identidades ideológicas están desdibujadas y es el pragmatismo lo que impera.

Como ya es costumbre, el gobierno federal anticipó cálculos de una inflación anual entre 2 y 3 puntos, pero al finalizar el año la inflación registrada fue de 12.25 por ciento. De manera parecida el salario mínimo se incrementó en 8 pesos y 32 centavos desde el 1 de diciembre de 2017, lo que daría un salario mensual de 2 mil 650.80.

Al finalizar el año, el investigador de la Universidad de Guadalajara Héctor Luis del Toro calcula que el poder adquisitivo tuvo una pérdida de 285.29 pesos, lo que sólo para compensar obligaría a que el salario mínimo en la zona metropolitana se incrementara a 2 mil 975.52.

Inseguridad y violencia siguen a la vanguardia como problemas con fuerte impacto social, que además infunden miedo en los ciudadanos comunes e inhiben la participación en la lucha en contra de la impunidad.

En lo que respecta a la coyuntura electoral, las precampañas han arrancado sin una definición clara de las distintas ofertas políticas. Los partidos carecen de definición en sus principios ideológicos o programáticos y han centrado su actividad, sus alianzas y estrategias más en el pragmatismo de quien pretende a toda costa ganar elecciones, sin importar que hoy sus aliados hayan sido en otros tiempos los adversarios acérrimos.

Lo más lamentable es que aún en las precampañas cuesta trabajo encontrar plataformas consistentes, sea de las coaliciones o alianzas, de los partidos y sus (pre)candidatos. Hay una idea de cómo entrar a las campañas, competir en las elecciones para llegar al poder, pero muy poca claridad en desarrollar y difundir plataformas políticas cuyos contenidos estuvieran orientados a constituir un programa de gobierno.

El desvío de recursos del gobierno federal para las campañas del PRI en elecciones pasadas ha sido denunciado por el actual gobernador de Chihuahua, Javier Corral, y por el ex dirigente del PAN Ricardo Anaya. Por desgracia, este señalamiento parece obedecer más a la estrategia de evidenciar prácticas de corrupción, de señalar los errores cometidos por el PRI y sus operadores, que al interés de reforzar también el ataque frontal a la corrupción o desterrar la práctica de compra y coacción del voto.

El Tratado de Libre Comercio va contra el reloj político. Si bien la parte técnica en las negociaciones ha mostrado satisfacción en cuanto a ciertos avances, nos ha quedado claro que el presidente Trump tiene poco respeto por lo que su equipo de trabajo acuerda, no se diga por las contrapartes canadiense y mexicana a las que no se cansa de ningunear.

De acuerdo con lo que hemos analizado en el año que termina, está claro que hay interacciones importantes entre gobiernos locales, entre México y Estados Unidos, y los gobiernos de Canadá y México.

Hay intercambios y transacciones entre empresarios y cooperación entre sectores productivos específicos, pero en conjunto aún tenemos un tratado que camina en la práctica, pero con acuerdos endebles entre los gobiernos de los países y la necesidad de abordar temas delicados como son los salarios tan desiguales entre México y sus socios, así como un conjunto de problemáticas relacionadas con los sectores agropecuario y de la industria automotriz.

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JJ/I