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Escuchar candidatos y evaluarlos

Los siguientes serían algunos criterios que consideramos pueden ser útiles para evaluar a los precandidatos, en el entendido de que el raciocinio y el intelecto no deben estar peleados, sino trabajar en armonía.

Experiencia. No se puede llegar a improvisar. El servicio público tiene sus propias reglas, códigos y formatos. Su propia mística. La conducción de un gobierno, sobre todo si es el federal, requiere de años recorridos en el servicio público. Mientras se construye un servicio civil de carrera que verdaderamente funcione, debemos observar equipos en los que haya verdaderos servidores públicos y en los que también haya experiencia.

Prestigio. La buena o mala fama está unida a la trayectoria e integridad de una persona vista desde diversos aspectos y desde diferentes roles sociales. Sin embargo, la reputación no responde a campañas; en el caso de los tres precandidatos a la Presidencia de la República, se formó con el trabajo diario, los logros, las relaciones y su manera de hacer política. Meade, del PRI, prácticamente desconocido para la mayoría de la gente y de la militancia de su partido. López Obrador, con 12 años de años de precampaña, y Ricardo Anaya, resultado de una alianza con partidos opuestos en temas ideológicos y de concepciones políticas muchas veces en pugna.

Propuestas desde la gente. La gestión de la escucha a la ciudadanía en este proceso electoral es imprescindible; para incorporar la agenda de las preocupaciones de la gente, no sólo de los grupos empresariales y de poder. Las propuestas importan, porque permiten conocer el calibre del intelecto del candidato, su capacidad de interpretación, análisis y solución de problemas. También su capacidad de escuchar, y de diferenciar entre información valiosa y la que no lo es.

También al oído del elector le gusta escuchar promesas, pero ya sabe distinguir el caramelo en las frases hechas a modo para emocionarlo. Ya quiere estructura y sustancia, no sólo qué propone sino el cómo lo va a desarrollar. Hay que estar atentos con los que confunden campaña con gobierno.

Prioridades sociales. La agenda de la iglesia respecto a las prioridades sociales que los obispos de México han manifestado en diversos documentos, se resumen en ocho puntos: la defensa de la vida y la dignidad de la persona en todo momento (violencia intrafamiliar que especialmente lastima a la niñez y a las mujeres); la batalla contra el nuevo modelo cultural que pretende desnaturalizar el matrimonio y la familia; la defensa de la libertad religiosa, la defensa de migrantes y refugiados; la protección del medio ambiente; la denuncia de una economía que agrede a las familias y es incapaz de otorgar trabajos dignos; concientizar sobre la expansión de la guerra de media intensidad (búsqueda de desaparecidos y la exigencia de un marco jurídico contra la desaparición forzada); y la lucha contra la corrupción y la impunidad. ¿Qué han dicho los precandidatos sobre estas prioridades?

Compromisos. Lo ideal es un candidato que sólo tenga compromisos con la ciudadanía, pero debemos conocer con quién tiene compromisos previos el candidato. Qué intereses y qué grupos de poder se mueven alrededor de él. Se pueden construir mapas o análisis de su gente cercana, de quien financia la campaña, o de grupos de interés que pueden servir de escalón para ganar, para luego cobrarse caros los favores. Es útil conocer la red de intereses a la que es más cercana cada precandidato. Éste es un dato que no puede ignorarse.

Los juicios los podemos hacer desde la cabeza o desde el estómago. Hacerlo de una u otra manera tiene consecuencias. Esto importa a la hora de votar. ¿Usted cómo ve a los precandidatos?

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JJ/I