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Triunfo doble en Moroléon

OVACIONADO. En su tierra, Diego Silveti se lleva dos orejas. (Foto: Especial)

El cierre de feria en la Plaza de Toros de Moroléon, Guanajuato, resultó en un triunfo rotundo para el torero de esa tierra, Diego Silveti.

Con la gloria compartida entre él y el recién llegado a México, el joven rejoneador Guillermo Hermoso de Mendoza, así se dio fin a la tradicional corrida de feria en este municipio del bajío mexicano.

Dos debuts pero con diferentes resultados. El primero de ellos fue el del rejoneador, hijo del centauro Navarro Pablo Hermoso de Mendoza, quien cayó de pie el lunes ante la afición guanajuatense.

El pupilo de la máxima figura del rejoneo mundial supo echarse a la bolsa a su público, luego de pasear una oreja tras una faena vistosa y llena de espectáculo.

Cuarteando de pecho a estribo y haciendo gala de los conocimientos adquiridos de su padre, el novillero ligó a su segundo toro de la tarde, con el que se mostró gustoso y con ánimos de seguir en la línea que dio éxito a su padre por el mundo.

Hermoso de Mendoza supo aprovechar el buen desempeño de su novillo para ligar rejones de castigo en buen sitio y lucir con banderillas cortas, cuyas ejecuciones fueron reconocidas por el público. Luego de irse tras el rejón de muerte, Guillermo consiguió la oreja y la entrega de la afición.

El segundo debut, éste con poca fortuna, fue el del novillero Juan Silveti, el más joven del la dinastía de toreros mexicanos que recién emergió a las filas novilleriles de la baraja nacional.

Dos novillos de pocas opciones hicieron notar el verdor en el incipiente joven, que no logró ligar ni cuajar a ningunos de los de su lote, yéndose en blanco en ambos toros.

Diego, a hombros

Diego Silveti fue el contraste para los toreros de dinastía de esa tarde. El guanajuatense consiguió las dos orejas con el toro que cerró su actuación, ante una afición entrega a la labor del coleta, quien lució en una sentida faena ante un astado de buenas condiciones y mejor presencia.

Tandas de mucha trasmisión por ambas manos, precedidas de un cambiado en los medios y rematando por bernardinas, envolvieron a la afición, que tras el grito de “¡Torero, torero!” pidió las dos orejas para el diestro, concedidas por la autoridad y garantizando así su salida a hombros de esta plaza.

“Es bonito alternar con tu hermano, no me había pasado, pero dentro del ruedo somos dos toreros. Él (Juan) es consciente de los que representa esta profesión, lo ha vivido de familia, y su decisión fue seguir el camino del toreo; no es un jovencito, y creo que al final, él mismo tendrá que vivir las mieles o amargas de esta carrera”, expresó Diego.

Por su parte el centauro navarro Pablo Hermoso de Mendoza no tuvo suerte con sus toros, y a pesar de su labor insistente por agradar, se tuvo que ir sin orejas, pero con la ovación del público por su labor con los equinos.

JJ/I